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Una vela al Cristo de los toreros, cien años después

El pasado sábado 14 de octubre una luz se encendía a los pies del Cristo de la Expiración en la soledad de la Iglesia de San Bartolomé a primera hora de la tarde.

En silencio, con discreción y sencillez, el simple gesto tantas veces repetido por cualquier cofrade de la Expiración guardaba el secreto de un significado simbólico. El hermano mayor, Luis Vera Bernal, recuperaba un ritual espontáneo que nació en el seno de esta cofradía hace cien años cuando el novillero sevillano Antonio Postigo “El Señorito” fue cogido de gravedad en la vieja plaza de toros de Jaén y tras un mes intentando salvar su vida, falleció.

Durante todo aquel tiempo se imploró al Cristo de la Expiración encendiendo una vela a sus pies, algo que se grabó en el recuerdo  del inolvidable escritor e investigador Rafael Ortega Sagrista, quien además fue testigo de aquella fatídica cogida –siendo un niño- dándose la circunstancia que su padre pertenecía al equipo médico de la plaza que intervino en aquella infausta tarde de agosto de 1923.

Por este motivo, de forma oficiosa Ortega Sagrista se refería a esta imagen como el Cristo de los toreros de Jaén. Un título que nunca se oficializó pero que en realidad así lo fue “de facto” por ser expiracionistas varios toreros relevantes de la capital en las últimas décadas, retomando el encendido de la vela ante el Cristo en la década de los ochenta con la irrupción en los ruedos de Manuel Cruz “Morenito de Jaén”.

Precisamente otro recordado investigador jiennense ya desaparecido, Manuel López Pérez, puso empeño en perpetuar el recuerdo de este entrañable momento llegando a través de sus publicaciones el testimonio de Ortega Sagrista en torno a la tragedia de “El Señorito”. Una historia que desempolvó del olvido el pasado mes de julio el programa “Jaén Taurino” de 7TV Jaén a través de un amplio reportaje a raíz del cual se ha despertado interés por rescatar esta tradición que ha permanecido perdida más de tres décadas.

Y así, el pasado 14 de octubre, una hora antes de iniciarse el paseíllo en el que Marcos Linares tomaría la alternativa de manos de Emilio de Justo con Juan Ortega de testigo en el Coso de La Alameda, el joven aficionado y cofrade Alejandro Pérez Aranda hacía historia al encender una vela para pedir protección para los toreros anunciados en San Lucas depositándola a los pies del Cristo de la Expiración en San Bartolomé. Igual que sucedió en ese mismo lugar cien años atrás.

Foto: Tomás Díaz
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