En el ruedo, que es donde los toreros hablan, Serafín Marín vino a decir esto. Lo hizo en la Monumental de Barcelona y repitió poco después en Las Ventas, la catedral del toreo. Paseíllo atípico. Una barretina por montera y una senyera lo envolvía a modo de capote de paseo. En ella se podía leer «la libertad no se prohíbe».
Un matador de toros catalán con más raíces jaeneras que quien esto escribe. Un catalán que recibió la alternativa en la única plaza activa de Cataluña, la región que suprimirá las corridas de toros a partir del 1 de enero de 2012.
En pleno siglo XXI los aficionados catalanes no podrán ir a los toros. Se les prohibirá. No podrán disfrutar en su tierra de aquello que les gusta y se verán obligados a coger el coche y cruzar la frontera para ver toros en Francia. ¿Les suena esto de algo?
Un candado a la libertad de ir a los toros, que lejos de un falso ecologismo o interés por el bienestar animal ha cerrado el paso a la afición de muchos en el punto final de una incesante campaña de acoso y derribo hacia lo taurino en los últimos años. Hacia lo taurino por no decir lo español, que verdaderamente es lo que es. Una patada ignorante a un pasado histórico dentro de la Tauromaquia, cerrando el paso a una fuente muy fuerte de ingresos en plena crisis, borrando de un plumazo muchos puestos de trabajo directos cuando precisamente muchas almas andan peleando por hacerse con uno en este país en el que visto está, ir a los toros está prohibido y cargarse la vida de un bebé en el vientre de su madre está permitido. Tremendo.
Ayer en el Parlamento Catalán se prohibió la continuidad de la Fiesta en Cataluña. Para algunos será un avance, un progreso. Para mí, y realmente así lo es, ayer se perpetró un atentado contra los derechos fundamentales de las personas, recogidos en nuestra Constitución en el que se reconoce que nadie debe ser privado de su libertad. Porque uno es tan libre de ir a los toros como de quedarse en casa si es que no le gustan, que a nadie se le impone ir a ningún lado en contra de su voluntad.
Cataluña ha dado el paso ahora, antes lo hizo Canarias sólo que basándose en un argumento tan real como que allí dejaron de darse espectáculos taurinos. Ni en sueños pienso que algún día pueda pasar esto aquí, en Andalucía, donde la Fiesta se vive intensamente, y para muestra el Jaén en que vivimos, donde más de setenta ganaderías pastan en su campo bravo. El mismo del que salieron los seis toros de «Torrehandilla» que desde Vilches partieron hacia la Monumental de Barcelona para saltar a su ruedo el pasado domingo antes que un Parlamento prohibiera algo totalmente legal como es el espectáculo taurino.
Publicado hoy en la Tribuna Local de Diario Viva Jaén.