Jaén Taurino

El Planeta de los Toros desde Jaén

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Efectos de la celebración de un festejo (no taurino)

El pasado 11 de julio más de 4.000 almas se daban cita en el Coso de La Alameda para presenciar a través de una pantalla gigante la retransmisión de la final del Mundial que por primera vez en la historia de este país ha ganado la selección española de fútbol.

  Como es sabido el partido se disputó un domingo por la tarde y ese mismo día por la mañana en ese mismo lugar los alumnos de la Escuela Taurina de Jaén acudieron a entrenar voluntariamente pues los domingos acude a la plaza aquel que quiera. Entrenaron con el espacio más acotado que de costumbre pues ya para entonces se habían instalado en terrenos de sol y en los de sombra las barras para atender al personal por la tarde. La pantalla estaba casi instalada pero aún así diversos operarios revisaban los últimos detalles para que no sucediera lo que la última vez ( más de cinco mil jiennenses se quedaron plantados para ver un partido del Real Jaén en su intento de ascenso a Segunda A porque no funcionaba la pantalla) y volviéramos una vez más a ser en Jaén los más catetos del mundo.

  Así, entre barras de cruzcampo, miradas de gente que en mangas de camisa revisaba la pantalla y camiones, motos y coches que se llegaban y aparcaban en el mismísimo ruedo, los chavales de la Escuela entrenaron ajenos al despliegue.

  Y efectivamente hubo un despliegue como tal. Empresarial, político, institucional…un despliegue todos a una…con la Roja, como ahora llaman a selección española de fútbol. Yo fuí uno más de los muchos que allí vimos y vivimos el partido más importante de nuestras vidas.

  Sinceramente me jode, y con perdón, ver a los concejales tomar la plaza de toros de Jaén como si fuera suya y verlos deambulando como los ví de un lado a otro con la cara tan contenta de pensar «lo bonico que esto se nos ha quedao» cuando de la Fiesta de los toros pasan tres kilos, tal y como lo vienen demostrando desde el mismísimo día en que tomaron el edificio de la Plaza de Santa María. Me jode, y con perdón, ver tanta empresa de Jaén  anunciándose y anunciando su adehsión a la causa cuando luego desde febrero hasta octubre no arriman un euro a lo taurino. Y sobre todo, lo que más me jode es que la plaza de toros acabe reconvertida en un extraño cruce a medio camino entre un botellódromo y un estadio. Digo lo del estadio porque sin venir a qué unos sujetos encendieron bengalas hasta en dos ocasiones y pudo liarse una bien gorda. Yo, que conozco bastante, por no decir a la perfección, la plaza de toros de Jaén no recuerdo jamás haber visto un extintor en su interior y sí, ya sé que efectivos de Protección Civil había allí, pero a todas luces esto que allí sobraba podía haber acarreado fatales consecuencias. Es más, los tendidos estaban recién pintados y el efecto de encencer una bengala quizás haya dejado inservible la labor de quienes se han dejado tardes pintando una a una cada fila de la plaza.

  Una vez acabado el partido comenzó el jolgorio y una vez celebrado por todo lo alto algo que ninguno había visto en su vida la plaza de toros era un auténtico vertedero. Pero no sólo eso, resulta que pasados dos días de aquel festejo la plaza seguía presentando la misma imagen que queda cuando termina el botellón.

  Hablo de un martes, día de la semana en que la Escuela Taurina entrena y casualidades de la vida aquel día no hubo entrenamiento porque el Maestro no podía venir. De haber venido los chavales hubieran tenido que mover los trastos, correr hacia atrás, embestir, entrenar en definitiva entre restos de cristales, plásticos, líquidos y demás mierda. Porque de otra forma no lo podemos llamar. Y eso también me jode mucho.

  Que más de cuatro mil jiennenses se junten a ver un partido de fútbol, se pongan hasta arriba de cubatas y unos bestiajos puedan pegarle fuego a la plaza importa mucho. Se hace lo que haga falta porque es negocio para unos cuantos y un vivero de votos para otros tantos. Ahora bien que unos chavales, unos cuantos chavales acudan a la plaza de toros de Jaén (algunos incluso desplazándose de sus pueblos) para formarse en la más dura profesión sin apenas ayudas económicas y por descontado ninguna institucional, eso importa nada. Tampoco que entrenen en indignas condiciones porque se ha celebrado una auténtica fiesta días antes y menos importa aún que se lesionen entrenando fruto de la dejadez y la irresponsabilidad de unos políticos. Tampoco importa que el estribo de una de las tablas que dan acceso al patio de caballos se lo haya llevado por delante un camión al entrar o al salir del ruedo. Si total, la plaza no es suya aunque medio Jaén lo piense y me pregunté que por qué el Ayuntamiento pone o no pone el dichoso pantallón.

  Frecuento, como digo, la plaza de toros y hoy sin ir más lejos he vuelto por allí. Para mí sorpresa he vuelto a ver entrenando a los chavales sobre un ruedo en pésimas condiciones tras aquello. Hoyos por todos lados, barro y lógicamente mierda sigue habiendo. No sólo eso: se han dejado una estructura que al parecer es una grúa y que de lejos parece ser una de esas jaulas que utilizaba Jacques Cousteau para grabar tiburones. La pueden ver ustedes en pleno ruedo frente al tendido 7. Con suerte en octubre a lo mejor sigue allí, en el mismo sitio, por San Lucas, a no ser que a la alcaldesa, o a Montané, (que es de quien depende mínimamente lo taurino en el Ayuntamiento) o a la Beltrán (que es la de la  concejalía que más se volcó el día del pantallón) o a algún otro concejal les da por preocuparse un poquito por lo taurino este año o simplemente echan en falta una grúa en sus dependencias.

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