Por José Luis Marín Weil
Tengo por costumbre visitar los museos taurinos, por muy modestos que estos sean. Siempre hay algo nuevo por aprender y siempre existe la posibilidad de encontrar en ellos alguna sorpresa.
En las plazas de Baeza y Villanueva del Arzobispo existen dos museos taurinos a los que se debe añadir el que posee la Taberna «Lagartijo» de Linares y el propio de la Hermandad de San Marcos de Beas de Segura en sus increíbles instalaciones. Curiosamente no todos ellos aparecen dentro del proyecto turístico “Jaén, Cultura del Toro” cuando la lógica indica todo lo contrario.
Tristemente ninguno aparece reflejado dentro del catálogo turístico de la Diputación Provincial en su web. Ni tampoco en buscadores especializados como Tripadvisor. Me sorprende que esto ocurra, francamente.
Se proyecta ahora el que será el Museo de la Ciudad de Jaén. Era uno de los proyectos que traía Julio Millán bajo el brazo. Una idea sencilla y amable, que tendría su sitio junto a los Baños Árabes en el solar del antiguo Palacio de los Uribe, durante tanto tiempo reconvertido en provisional aparcamiento. Conocer nuestra ciudad a través de su pasado, sus hitos y sus personajes.
Jaén -lo hablaba el otro día con una amiga- tiene una rica historia que muchos jiennenses desconocen. Un pasado del que sólo nos quedan imágenes en blanco y negro que nos recuerdan muchos edificios que tristemente se perdieron. O el olvido hacia personajes que aquí tuvieron su cuna y prácticamente son desconocidos: “Tono” o Lorenzo Goñi , por citar dos ejemplos.
Ignoro el enfoque que podrá tener, pero desde aquí y desde ya sugiero un rincón, un espacio para mínimamente perpetuar la memoria taurina de esta ciudad. Porque aquí, en lo taurino, Jaén tiene un pasado y una historia que no debe ignorarse por haber sido escenario de hitos insólitos en la historia de la tauromaquia. Y eso, también corresponde a un trozo de la historia de nuestra ciudad.