Por Salvador Santoro
Una vez picado al toro, “tocan a banderillas”, segundo tercio en los que se divide la lidia, a cargo de dos subalternos de la cuadrilla (uno de la pareja que va “lidiando” y el “tercero”), o bien, de los matadores – que dejamos para otro momento – actuando solos o en competencia.
Salvo que el ruedo esté en mal estado o en caso de manifiesto peligro, la Presidencia, no cambiará el tercio de no haber colocado – al menos – dos pares (cuatro palos), pudiéndose autorizar hasta cuatro en caso de hacerlo el propio matador. Si el banderillero pasa tres veces en falso ante el toro, se “correrá turno”, entrando a clavar el otro compañero.
Un buen rehiletero debe tener, ante todo, valor y además: técnica, facultades y conocimiento de las distancias y terrenos del toro. Dependiendo de la situación de astado y torero (en los medios, sobre las rayas de picar o pegado a tablas) y de la embestida del animal; surgen distintas “suertes” de banderillas – que serán tratadas en ésta y la siguiente colaboración -, siendo “al cuarteo” la más practicada por los peones. Éstos, en collera y cogiendo los garapullos, se dirigen al centro del anillo…
Con un último capotazo, el compañero que brega, coloca al burel para que el banderillero lo fije con la voz o moviéndose. Después, “abriendo” el par, lo cita con las manos a la altura de la hombrera y andando – con arte – hacia el toro; espera que se arranque para iniciar la carrera cuarteando (describir un arco) y bajar los brazos sin cerrarlos (no llevar el par hecho) hasta poco antes de producirse la reunión. Cuadrará en la cara del toro para – desde abajo y “asomándose al balcón” – arponar reunido (en una perra gorda) en lo alto del morrillo y salir, apoyándose en los palos, caminando con marchosería. Esta es la secuencia de un par ortodoxo, en ejecución y colocación, merecedor de ser ovacionado. Por contra, cuando los palitroques se ponen “de sobaquillo” (yendo rápido y de lado) y quedan desigualados, la rechifla del público es general.
Por su elegancia y eficacia, han hecho historia, excelentes banderilleros como: “Magritas”, Julio Pérez “Vito”, Luis González, Paco Honrubia, Rafael Corbelle, Manolo Montoliú, por citar sólo algunos, y, más reciente, Curro Molina (retirado por lesión), Juan José Trujillo, Curro Javier y Joselito Rus, de Jaén, entre otros muchos y buenos subalternos actuales.
“Porque también se puede templar con las banderillas”, como afirmaba el maestro Pepe Dominguín; en Tauromaquia parear – con pureza y siguiendo los cánones – tiene gran mérito y, por supuesto, lucimiento.