Plaza de toros de Santisteban del Puerto. Feria de Pascuamayo.
Última corrida de abono. Media plaza en tarde mucho calor.
Seis toros de Adolfo Martín.
DAVID GALVÁN | Gris plomo y azabache | Oreja y palmas |
MOLINA | Azul pavo y oro | Palmas y Silencio tras aviso |
VÍCTOR HERNÁNDEZ | Pizarra y oro | Palmas y palmas de despedida |
Culminaba Santisteban del Puerto su feria de Pascuamayo con una corrida de toros de Adolfo Martín. Todo un reclamo. Primero para hacer kilómetros y correr estos toros en el encierro matinal y luego por la tarde presenciar la lidia de sus cárdenos por Pascuamayo, la primera feria taurina como tal en la provincia.
Una feria con mucha personalidad porque mantiene fidelidad a sus costumbres autóctonas con la Mayordomía haciendo el paseíllo atravesando su ruedo.
Este festejo final tenía el aliciente de anunciar a toreros inéditos en la provincia jiennense. Porque a excepción de Galván, José Fernando Molina y Víctor Hernández son relativamente de reciente alternativa, sin haberse prodigado por aquí de momento.
A Galván se le escapó la puerta grande en el último momento. La espada tuvo la culpa porque ya había cortado una oreja de su primero. Fue la de Galván una tarde muy importante, demostrando que está en un buen momento y que tiene que armas para solventar las complicaciones de toros como su primero, que hasta tres veces amagó con colarse y echarle mano en el inicio de faena.
Fue listo Galván, que tuvo la capacidad de sacarle faena a un toro que embestía siempre a media altura, que pasada y repetía, pero sin celo alguno, queriendo rajarse al final de cada muletazo. Galván estuvo muy encima del toro.
En su segundo lució un torero muy poderoso, con mucho sitio y firmeza, muleta en mano con naturales de gran profundidad. A la horade coger la espada encontró hueso sucesivamente y se le fue un triunfo grande.
José Fernando Molina pasó un quinario con el quinto. Ya con el primero tuvo que tirar de disposición frente a un toro que desarrolló sentido pronto hasta acabar poniéndose imposible.
Y el quinto se rajó pronto y buscaba la huida, embistiendo a arreones y apretando a la cuadrilla en banderillas, generando cierta psicosis hasta el punto que tuvo que lidiarlo con el capote el propio matador.
Cuando Molina tomó la muleta, aquello no tenía un pase. Aquerenciado en tablas, arreaba con brusquedad.
Cuando fue a por la espada lo cazó alaprimera pero se puso cuesta arriba con hasta diez golpes de descabellos a un toro que fue un auténtico suplicio conseguir que acabase doblando.
Víctor Hernández venía con ambiente tras su reciente paso por Las Ventas. Gustaron mucho sus formas. Al primero, muy distraído, lo toreó con mucha profundidad y firmeza, dándole sitio entre muletazo y muletazo de forma inteligente para poder construir una faena con continuidad. Montó la espada y un feo metisaca echó por tierra lo realizado.
En el último tras brindar al ganadero y empresario Juan Collado, Víctor Hernández sorprendió con la suavidad y la quietud de su toreo. Hubo muletazos de mucha calidad y hondura por ambas manos, pero siempre faltó toro. Muy soso en su comportamiento.
La de Adolfo Martín fue una corrida exigente que puso a prueba a la terna. Las espadas en la tarde no anduvieron acertadas y por momentos aquello se puso cuesta arriba.
Así concluyó una tarde que tenía mucho interés para los aficionados al posibilitar ver torear a toreros nuevos que necesitan placearse. Pero mejor con otro tipo de hierros.