Por José Luis Trujillo del Real
Esta mañana hemos bajado del soberao la almohadilla con tus colores que sólo usamos para sentarnos bajo tus arcos; en la bolsa que la contenía, en la que aún quedaban los recuerdos de la última vez que cruzamos tus puertas, estaba el programa del último festival y en su interior la foto de la Caridad –flor torera- y la Esperanza –ancla de nuestras vidas- que no ha podido tener mejor custodia para estos tiempos que hemos vivido.
Setecientos cuatro días de desierto al amarillo sol de enero, buscando el maná de festejos lejos de tus cales y de tus ladrillos cocidos en la vega, huérfanos de la sagrada columna que sostiene nuestra afición, de los sones –ay, los sones- de la música, de las palmas, de los bien y de los oles… como sólo suenan bajo tu arcada. Es septiembre, pero para nuestra alma será abril, con resurrección de emociones, de reencuentros en la vieja grada, con demasiadas ausencias quizás, pero con el estreno de una nueva primavera corriendo por nuestras venas.
Que alisen el albero, que pinten las rayas y salga ya el pañuelo… y que sobre tu dorado albero hagan el despeje los alguacilillos, que no será sólo el despeje del piso plaza, si no el recuperar de las primaveras robadas que el arcángel de la buena nueva nos regala.
Foto: Arjona