Por José Luis Marin Weil
Esta tarde estaremos pendientes de la televisión. Villacarrillo acoge la tercera clase práctica del ciclo andaluz de escuelas taurinas, que será el primer festejo de esta insólita temporada en la provincia de Jaén.
La decisión de celebrarse sin público ha provocado un profundo malestar. Sitúa a los novilleros actuantes en cierta desventaja respecto del resto de alumnos que ya han actuado en el ciclo, porque en el espectáculo taurino el público es esencial y tiene poder de decisión respecto del resultado artístico. Conozco al alcalde de Villacarrillo, Francisco Miralles, y sé sobradamente de su afición taurina. Eso no se lo voy a cuestionar. Pero su decisión ha causado un efecto quizás contrario a su intención de velar por los intereses de su pueblo.
Junto a las reses de Sancho Dávila el cartel de esta tarde incluye a dos novilleros de provincia de Jaén. A dos novilleros linarenses, para ser más precisos, y eso es lo que centra la atención del festejo de hoy, porque ver en un mismo cartel a Jesús Llobregat y Marcos Jesús ha generado mucha expectación.
A Linares le han salido en estos últimos años estos dos chicos que quieren ser toreros y lo cierto es que ambos cuentan con cualidades importantes para hacer el toreo. Quienes los conocemos y los hemos visto torear sabemos que eso es así.
Marquitos – así le llamamos muchos por su corta estatura- o Marcos Jesús – que es como se llama- o Marcos Linares – que es como se anuncia en los carteles- lo ha venido demostrando durante toda la temporada anterior. Su nombre ha sonado fuerte tras triunfar allí donde lo han anunciado, y lo cierto es que en muy poco tiempo ha ganado bastantes trofeos taurinos de convocatorias para jóvenes valores del toreo.
Y Jesús Llobregat vuelve de nuevo a luchar por sus ilusiones. Tras aquella magnífica impresión que nos llevamos cuando lo vimos debutar en Jaén hace dos años,hizo un paréntesis en su vida. Alguna foto de él viéndolo torear en las capeas de los pueblos demostraba que seguía teniendo el toreo metido en el alma. Un día me encontré con él de casualidad en la calle Arquitecto Berges de Jaén, después de bastante tiempo sin vernos. Recuerdo que le sugerí que volviera intentarlo porque hay sueños que tienen fecha de caducidad y él estaba en la edad y en el momento de intentarlo hasta llegar a dónde pueda. Así que me alegro que hoy vuelva a vestir de luces.
No hace mucho él y otros niños de Linares se juntaban en los jardines del Coso de Santa Margarita a torear de salón. A medio camino entre jugar al toro – como siempre fue- y entrenar para querer ser toreros. Ese sueño de vestir de luces, por lo menos en él se hizo realidad. Ahora, pasado el tiempo y habiendo dos chicos en Linares toreando y reuniendo los dos condiciones sensacionales para ser toreros, deberían proporcionarles la ocasión de torear en su ciudad.
Linares no debe dejar pasar esta oportunidad de ofrecerles un mano a mano a sus dos aspirantes y con ello relanzar el ambiente taurino local. Porque está demostrado que cuando surgen toreros locales con interés la gente vuelve a ir a los tendidos. Y en un año tan extraño y tan mortífero para la tauromaquia, un festejo así vendría a insuflar oxígeno y demostrar que todavía hay vida en esto del toro.