Jaén Taurino

El Planeta de los Toros desde Jaén

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“La Fragosa” en Linares (1886)

   Salvador Santoro

     Desempolvando añejas crónicas, a nuestra vista, se ofrece la de la novillada con picadores celebrada en el coso de Santa Margarita, el 13 de junio de 1886, en la que actuó Dolores Sánchez “La Fragosa”, renombrada y elegante señorita torera sevillana, bella mujer, arrogante y valiente en los ruedos. Abriendo un paréntesis de carácter divulgativo, apuntar que Lola conquistó justa fama, introduciendo importantes cambios en el toreo femenino de esa época como el de incorporar hombres en su cuadrilla y sustituir la falda por una prenda parecida a la taleguilla. La Fragosa, había nacido el 25 de septiembre de 1866, en el núm. 24 de la trianera calle Larga. En aquella temporada de 1886, torearía – entre otras importantes plazas – en Úbeda y Andújar; presentándose también en Madrid, en la del Puente de Vallecas, y en capitales como: Jaén, Córdoba, Málaga, Cádiz, Granada o Valencia.

     La antedicha reseña – sin firma – se publicó siete días después, en la portada del número 848 de El Eco Minero, “Periódico de intereses generales”, con redacción en Mendizábal, 13 de Linares y que dirigía D. Julián de Martos Morillo, gran aficionado.

     Nótese que – en aras del rigor documental e histórico – la transcripción del original (entrecomillado y en cursiva) se ha realizado al pie de la letra, por lo que sorprenderá al lector la grafía de algunas palabras y la ausencia de sobreentendidas tildes.

     El anónimo redactor, con descaro, reprocha haber tenido que pagar en taquilla “cuarenta y cinco perros (sic) chicos, gracias á las atenciones de la desconocida (para nosotros) empresa de toros”. Con mediana entrada y sin ningún incidente desagradable, se jugaron cinco berrendos de la ganadería de don José María Ginés, de Santa Elena, de feas hechuras, desiguales de presentación y edad (los hubo hasta con cinco años) y que, en general, mansearon. Destacó el quinto y último de la suelta, cuatreño que atendía por “Rizco”, de capa negra y bien armado, “mas listo que Cardona, y valga la comparacion, salió ligero y se acreció al castigo en tal forma que ya perdimos la cuenta de las veces que se acercó á los picadores, mató dos caballos; los diestros tuvieron ocasion de lucirse y lo hicieron; todos ellos capotearon a su gusto…” (sic), según relataba el periodista.

     El cartel lo componía: “la simpática, aplaudida é intrépida matadora de toros [no llegó a tomar la alternativa] Dolores Sanchez, (á) “La Fragosa” (sic), en unión de los diestros Ángel Villar “Villarillo” (de Jaén) y Antonio Pérez “El Espartero”, de Triana, “como si digeramos el espartero de contrabando”, apostillaba con “guasa” el revistero.

     Al primero de “los becerros” (en tono peyorativo), negro y gacho, que “llevaba comidas tres yervas”, Dolores, con “todo el aire propio de una barbiana” se fue para el bicho, trasteándolo “a su manera” para tumbarlo de tres pinchazos y media aguantando. En pago a su hazaña, la “heroina” fue muy aplaudida, lanzándole sombreros a la arena, y – a tal insistencia – se le concedió una oreja. La Fragosa, “la tiró por alto” (era costumbre entonces), terminando así “su misión; el público contento, ella, satisfecha”. En el párrafo siguiente, se informaba que “De esta célebre dama, hemos oido decir que se ha adquirido un retrato por una señora estrangera (sic) y que ha sido enviado á Inglaterra”. Y finaliza dedicándole esta cuarteta que, literalmente, dice:

“Siendo moza de salero

y con matar recibiendo

juntara mucho dinero

sinó la coje un berrendo”

 

     Por su parte, Villarillo, tuvo una actuación admirable, rayando a gran altura. Ejecutó con limpieza y habilidad el salto de la garrocha y puso un par de banderillas en la silla “quebrando al pelo” y otro al relance. Triunfo “en toda la linea”, afirmando además: “Nada, lo dicho, el diestro jiennense hará carrera….”

     El tercero, un toraco manso de carreta, fue fogueado, disponiéndose únicamente  – en recriminación al poco previsor empresario – de dos pares de rehiletes de la clase de pirotecnia, “palos con truenos”, decía el mordaz crítico. El Espartero, sólo regular esa tarde, armado de trapo y “asador” (la espada de matar), lo despachó como pudo.

 

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