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Indulto y percance de Talavante en Villanueva del Arzobispo

Plaza de toros de Villanueva del Arzobispo. Domingo 8 de septiembre de 2024.

Tres cuartos de plaza.

Toros de Carmen Lorenzo Carrasco(1º,2º y3º) y ElCapea (4º,5º y 6º)

 

CURRO DÍAZ Grana y oro Oreja y dos orejas
ALEJANDRO TALAVANTE Blanco y oro Palmas y dos orejas y rabo simbólicos
JUAN ORTEGA Burdeos y oro Ovación tras aviso y ovación

A un toro se le perdonó la vida en Villanueva del Arzobispo. Y ese mismo toro casi se la desgracia a Talavante.

Cuando el presidente hizo asomar el pañuelo naranja en el palco, Talavante se arrebató de euforia y se puso a torear de rodillas. Pero su total entrega le llevó a una excentricidad innecesaria que pudo tener consecuencias fatales. Quiso conducir él mismo al toro hacia los toriles, introduciéndose con la muleta en la propia manga y ahí el toro en un arreón lo estampó contra la pared y le propinó una paliza.

Tuvieron que colear al toro entre varios banderilleros, llevárselo a los medios mientras tanto y resolver la situación. Talavante quedó literalmente entorilado, viviéndose momentos de incertidumbre. Finalmente logró salir por su propio pie, magullado de arriba abajo y con su semblante era la antítesis de lo que minutos antes había protagonizado. Porque ciertamente Talavante se encontró en Villanueva del Arzobispo a un toro – “Botinero-12” del hierro de El Capea que le propició cuajar un faenón. Un toro que inicialmente había sido echado para atrás por falta de trapío en el reconocimiento y que había sido repescado por el presidente, según constaba en el orden de lidia a las puertas de la plaza.

El toro tenía una movilidad incansable. Por el derecho tomaba la muleta de forma sensacional, repitiendo constantemente. Por ese pitón Talavante llegó a encadenar tres tandas seguidas explosivas, formando un auténtico alboroto. Talavante desplegó toda su tauromaquia y firmó el epílogo con unas manoletinas mirando al tendido mientras de fondo un guitarrista y un cantaor le regalaban un fandango y después la canción “Alfileres de colores”. Un complemento musical que tuvo la corrida, no anunciado en la cartelería previamente y superfluo.

En su primer toro, poco que contar. Un toro falto de transmisión que incluso fue pitado en el arrastre.

Al margen del indulto y el percance de Talavante, el nombre propio de la tarde fue el de Curro Díaz. Que hizo vibrar la plaza con su toreo en el primero. Un toro del hierro de Carmen Lorenzo. Curro se hinchó de torear mientras de fondo le cantaban “Las campanas de Linares”. Un animal excepcional al que Curro cuajó de principio a fin. Paseó solamente una oreja.

El cuarto pegaba cabezazos muy incómodos al final de los muletazos y había que dárselos de uno en uno. Curro logró someterlo y hacerle las cosas muy bien en una faena que fue a más. Cortó dos orejas.

Y Juan Ortega pinchó las dos faenas. Se le atascó la espada pero quedó patente la torería de su toreo y sobre todo la lentitud con que es capaz de torear.

Foto: Arenas de San Nicasio

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