Jaén Taurino

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Formas de parear

Por Salvador Santoro

Como en una columna anterior, por título Tercio de banderillas, publicada el 30-7-2013 en JAÉN TAURINO, hablábamos del par “al cuarteo”, que es la manera más frecuente de que el peonaje “cubra” el segundo tercio; en esta oportunidad se detallan otras modalidades de banderillear – normalmente reservadas a los matadores – en las que, también, el torero va al encuentro del toro. Es el caso del par “al sesgo” (sensu stricto, oblicuamente), suerte de recurso indicada para aquellos toros que manifiestan acusada querencia a los terrenos de tablas. Para su ejecución, el torero, se colocará frente al astado, en paralelo a la barrera, y “sesgándole” (atajando en diagonal) correrá en dirección a él, saliendo, tras el embroque, hacia los medios.

A veces, se confunde con el anterior, el par llamado “de dentro a fuera” en cuya preparación, el coleta, se sitúa con la espalda pegada a las tablas – subido o no en el estribo de la barrera -, estando el burel en los medios. Al arrancarse éste, el rehiletero, le “ganará la cara” hasta clavar los garapullos en las afueras del ruedo. El tristemente recordado, Francisco Rivera “Paquirri”, lo prodigaba en sus actuaciones y su hijo, ahora retirado, Rivera Ordóñez – que se decidió a “coger los palos”- trataba de emularlo.

Muy emocionante y de angustiosa contemplación, es el denominado “por dentro”, del que fue paradigmático ejecutor el malogrado Ignacio Sánchez Mejías y con el que, no ha mucho, solía cerrar el tercio Luis Francisco Esplá – “listeza” enciclopédica de la lidia y variado banderillero – que, eso sí, abusaba de llevar “el par hecho”. Esta forma de parear, de mucho riesgo, no admite dudas ni fallo alguno por parte del diestro que, tras arponar los palitroques, deberá buscar la ajustada salida entre los tableros y el morlaco, refugiándose en el burladero que tenga más a mano.

Como recurso lícito, para subalternos, ante toros mansos y con clara tendencia a la huida, hay dos opciones de banderillear, a saber: “al relance”, esto es, aprovechando la salida de un capotazo o de otro par, y “a la media vuelta”, sorprendiendo a la res por la culata y, al revolverse, metiéndose en el costillar para dejar los palos, lo mejor posible.

En lo que sigue, se describirán, también con detalle, las restantes “suertes de banderillas” – algunas de difícil ejecución y espectacular rareza -, nombrando a sus más reconocidos intérpretes.

Cuando el toro, situado a favor de querencia, va en busca del torero – quieto y con los pies juntos – que, citando en corto, aguanta hasta que el cornúpeta humille para “marcarle” la salida con la pierna de fuera (haciendo que el animal varíe su trayectoria aún recta) y volver a su posición inicial, clavando los rehiletes arriba; el par resultante se denomina “al quiebro” o “al cambio”, como se decía antiguamente. Esta suerte – tan vistosa como expuesta – la practican los matadores, pudiéndose hacer, en función de las condiciones del burel, al hilo de las tablas o en los medios. Su invención – que le reportó justa fama – se debe al diestro sevillano, Antonio Carmona “El Gordito”, que también citaba sentado en una silla, como hiciera en la corrida inaugural del coso de Santa Margarita, de Linares, el 9 de junio de 1867. Después, muchos han “quebrado” con maestría; incluso Manuel Benítez “El Cordobés”, de novillero, lo hacía de rodillas con las “cortas”. En mi opinión – de los que alcancé a ver – el mejor ha sido el venezolano José Nelo “Morenito de Maracay” y, actualmente, un pletórico Antonio Ferrera, que lo remata con un garboso recorte en la cara del morito.

El par “de poder a poder”, es sin duda el de mayor estética e importancia, al darle toda la ventaja al toro, pues hombre y fiera arrancan a la vez. En su ejecución, ha sobresalido el portugués Víctor Mendes, el rehiletero más puro (por sacárselo de abajo) y portentoso de los últimos tiempos.

Ideados por el valenciano Vicente Ruiz “El Soro”, son los espectaculares pares conocidos como: de “la moviola”, andando el torero para atrás, y “del remolino” (motejado así por el genial Matías Prats) en el que el coleta avanza girando sobre si mismo. El Fandi – atlético y poderoso banderillero – ha popularizado el que se llama “al violín”, cogiendo los garapullos con una sola mano y pasándola al arponar por encima del hombro. Parecido es el “par de Calafia” (nombre del coso de Mexicali), donde lo estrenó el estrambótico espada azteca, Rodolfo Rodríguez “El Pana”, clavando de espaldas, a una o dos manos, sobre los hombros. En la pasada Feria de Abril, lo realizó con suma elegancia, ante un miura al que cortó las dos orejas, el sevillano Manuel Escribano. También, Juan Martín “Platerito de Cádiz”, las ponía sujetando los palos “con la boca”.

Por último, los hermanos Luis Francisco y Juan Antonio Esplá colocaban “al alimón” (juntos), sendos pares. De ello doy fe, al habérselo visto hacer – vestidos ambos de amarillo limón y azabache – en la torerísima plaza comprovinciana de Villanueva del Arzobispo, a principio de la década de los ochenta del pasado siglo. Se hace raro escribirlo, pero han pasado ya treinta años.

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