En función de las características del toro y en las condiciones que llegue, después de picado, al último tercio, el matador inicia la faena con muletazos de recibo; bien “doblándose” con pases de castigo (trincherazos) o, a media altura, con “cambiados” citando de lejos – muy de moda en estos tiempos – u otros al hilo de las tablas. Esto si el burel, tras la pelea en varas, queda con poder o tiene buen tranco en la embestida. En cambio, si el animal está parado o con poca fuerza, se prologa la labor por alto, con estatuarios y ayudados.
Del repertorio de suertes que se ejecutan con la muleta (en serie y por bajo), el pase natural y el derechazo – además del remate de pecho – son considerados como “toreo fundamental”. En pie de igualdad, situamos, el lance a la verónica y la media, entre las de capote.
Para empezar, nos centraremos en el “natural”. En sentido estricto, las antiguas Tauromaquias (de Pepe-Hillo, Paquiro y Guerrita) entendían por pase natural (también llamado “regular”) el que se da en la trayectoria recta del toro, toreándole por el mismo pitón que la mano del torero, ya fuera la diestra o la izquierda. Hoy, sólo se considera al muletazo realizado con la zurda – sin “armar” la franela con el estoque – citando (de frente o de perfil) a “pies juntos” o “abierto el compás”. Torear al natural, implica mayor riesgo al reducirse el tamaño del engaño, sin embargo éste va más suelto y responde mejor al toque de la muñeca.
La excepción a la norma, es el “natural con la derecha” – sin ayuda de la espada – que con tanta hondura da José Miguel Arroyo “Joselito”, coleta que cumple, cuando el astado se lo permite, este axioma taurino: “hay que torear de delante hacia atrás, de arriba abajo, y de fuera para dentro”.
Magníficos intérpretes del natural, cada uno en su estilo, han sido Manuel Rodríguez “Manolete”, quien decía que este pase descubre al torero que no aguanta. El corpulento, Agustín Parra “Parrita”, los pegaba de hinojos (con las dos rodillas en tierra) muy ligados. Citar, como no, al gaditano Rafael Ortega, espejo de profesionales; a Manolo Vázquez (de frente a pies juntos, igual que Emilio Muñoz); Antonio Chenel “Antoñete”, siempre dando el medio pecho; Paco Camino, “despatarrado” pero elegante; Manuel Benítez “El Cordobés”, heterodoxo y mandón; Manuel Jesús “El Cid”, prodigio sometiendo a los toros, Julián López “El Juli”, el que más le baja la mano, etc.
Desde luego que, ligar seis naturales – sintiéndose y templando con la “bamba” de la muleta – abrochados con uno de pecho colosal, “de pitón a rabo”, es hacer el toreo puro.
Definido “el natural”, examinaremos otros pases fundamentales en la faena de muleta: el “derechazo” y el “de pecho”. El primero, término de origen pugilístico, es el muletazo ejecutado con la diestra, teniendo la ventaja – respecto al natural (con la izquierda) – de presentar mayor superficie de tela por ir “montada” con el estoque.
El derechazo, cobra profundidad, cuando se torea ofreciendo el medio pecho en el cite (con la “panza” de la flámula), compuesta la figura, abriendo el compás (las piernas), metidos los riñones, con temple, ligazón y sin codillear. Por poner algunos ejemplos, nuestro paisano José Fuentes, los dibujó con arte e impecable caligrafía. Como variaciones, nombrar el “derechazo de frente” (de menor desarrollo) que practicaba el cordobés, Manuel Cano “El Pireo”, con verticalidad (hacía “el poste”) y una cintura prodigiosa. Sebastián Palomo Linares, emocionaba al hilvanar los “derechazos de rodillas” (cosa harto difícil), con trazo largo y sometiendo a los toros.
Incorrectamente, se llama “torear en redondo” a dar una tanda ligada de derechazos. Ésta expresión resulta más apropiada para referirse al pase “circular natural”, por el lado derecho y sin interrupción, describiendo la res una circunferencia en su recorrido (Luis Miguel Dominguín, los prodigaba); o al “circular invertido” (creación de Dámaso González), citando por el pitón izquierdo y permaneciendo el torero de espaldas al astado. En los dos casos, el engaño se sostiene con la derecha.
Por antonomasia, el remate de las series con una u otra mano, es el pase de pecho (a veces llamado “forzado” u “obligado” si el animal aprieta en demasía), en el que siempre se “carga la suerte”, enganchando al toro por el pitón contrario para llevarlo – barriendo el lomo con la “pañosa” – hasta la hombrera opuesta. Puede darse por ambos lados – y repetido – aunque con la zurda adquiere gran belleza. En esta modalidad destacó Santiago Martín “El Viti”, excepcional muletero y, ahora, José Antonio “Morante de la Puebla”, que lo hace con sumo empaque.
El resto de suertes de muleta (adornos, remates y desplantes), forman un amplio catálogo dentro del denominado “toreo accesorio” – fruto de la inspiración de los maestros y ciertamente vistoso -, que también trataremos en una próxima colaboración.