Jaén Taurino

El Planeta de los Toros desde Jaén

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Cuando los sueños se cumplen

Ahora que queda un suspiro para que concluya 2012, si me diera por echar la vista atrás y recordar los momentos vividos en el Coso de La Alameda terminaría enseguida. Cuatro puntuales festejos de los que presencié tan sólo tres porque el clásico festival a beneficio de la AECC me pilló regresando de Oporto. Por no amargarme desisto de hacer balance de un año taurino intrascendente para la historia de nuestra plaza de toros. Un festival, dos festejos menores y una corrida de toros han sido los únicos carteles que aquí se anunciaron en doce meses. Ya en su día lo advertí, me quejé, aquí y en otros medios de que Jaén taurinamente se tambalea si su plaza de toros no se estabiliza y por no ser repetitivo, a las hemerotecas me remito.

Lo que si quiero es sobresaltar lo que para mí ha sido el momento más intenso y más emotivo de la temporada. Quizás bastante desapercibido por la fecha o por las circunstancias, quisiera retroceder un par de meses atrás hasta la fecha del 7 de julio cuando la Escuela Taurina de Jaén organizó una clase práctica en horario nocturno. “Noche de ilusiones” titulé la crónica de aquel festejo en estas mismas páginas. Ilusión compartida entre aficionados y alumnos de la Escuela. Unos porque volvían a sentarse en el tendido y otros porque volvían a hacer el paseíllo, y entre todos la ilusión desbordante de alguien que cumplía su sueño de torear en público por vez primera. Una chica hacía el paseíllo entre sus cinco compañeros, teniendo presente la dureza que para las mujeres siempre ha supuesto querer torear, pues no en vano se había leído al milímetro las biografías de Juanita Cruz y Cristina Sánchez, a quienes admira.

Desde los tiempos de la baezana Lola Beltrán no había vuelto a haber una mujer jiennense que torease en la capital hasta ese 7 de julio en que Verónica Ruiz cumplió su sueño. Enfundada en un grana y oro, desmonterada, hacía el paseíllo en el Coso de La Alameda a ritmo lento, ceremonioso, saboreando un momento que había soñado muchas noches pero que era casi incapaz de imaginar que llegaría a cumplirse. Pero sí, aquel sueño se cumplió gracias al visto bueno de Joselito Rus y Antonio Sutil, profesores de la Escuela Taurina. Ese puesto en el cartel premiaba una evolución en su toreo y unas ganas tremendas de querer torear, demostradas rotundamente en esa selectividad que supone el campo bravo donde muchos ganaderos jiennenses se fueron asombrando al ver una chica de Martos haciendo la tapia en igualdad de condiciones a otros aspirantes a torero. Como siempre fue.

Rozando ya la medianoche, entre lágrimas de emoción Verónica abandonaba el Coso de La Alameda a hombros con sus compañeros, portada por Miguel Valero, quien en otro tiempo también fue novillero. Dos orejas como trofeo tras su faena a “Aviador”, un precioso añojo de Remonta de una calidad extraordinaria que fue premiado en el arrastre.

Su camino en el planeta de los toros ha sido corto. Tan sólo dos paseíllos más sumó y en la plaza de Villanueva del Arzobispo, la tierra de K-Hito, en silencio puso final a su sueño entendiendo que el toreo está lleno de dureza y cada paseíllo supone un examen final.

La conozco desde mucho antes que quisiera ser torero. Ella quería ser periodista taurina, de ahí que durante un tiempo formase parte de “Jaén Taurino”, el programa de radio que presento y viví en primera persona el cambio radical que dio a su vida con tal de torear.

Ahora, es una estudiante de Derecho más de la Universidad de Jaén, pero a la vez diferente porque pertenece a ese mundo exclusivo de privilegiados que han hecho el paseíllo enfundándose el chispeante. Y también forma parte de la historia taurina de esta ciudad.

Publicado hoy en la columna «Navalcardo» del Diario Viva Jaén

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