Jaén Taurino

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El caballo-toro “Martinete”

 

Salvador Santoro

(Dedicatoria: a los caballos de rejoneo, que en el ruedo se sienten “toreros”, dando esplendor y gloria al “Arte de Marialva”)

 No crea el amable lector que se trata de una errata en el título o de un extraño ser mitológico (mezcla de dos especies), sino del más original caballo de todos los tiempos. “Martinete”, adiestrado por Alfonso Torres – prestigioso jinete, desbravador, maestro de equitadores y rejoneador – llegó a ser conocidísimo, además de por sus grandes cualidades para la equitación “sabia” (de alta escuela); por haber sido uno de los animales con mayor capacidad de aprendizaje y dotado de una “inteligencia” inusual en un equino. Hasta el punto de hacer “de toro”, en los cosos más importantes del orbe taurómaco, embistiendo en derechura a su cuidador y participando en todos los tercios de la lidia; desde la salida del toril hasta dejarse torear de capote y muleta, e incluso, simulada la suerte suprema, caer “rodao” fingiendo estar “sin puntilla”. Esta demostración de “sapiencia”, la cuenta – con sumo detalle – nuestro particular amigo, el banderillero linarense José Granero, testigo presencial del evento que vamos a relatar.

  El siempre recordado con afecto, Juan Mendoza Alcaraz, que fuera novillero de Linares y que se anunciaba “Juanito Mendoza”; tuvo – como en otras ocasiones – la gentileza de regalarme el original de un curiosísimo cartel de mano (en tamaño octavilla y color sepia) del “gran acontecimiento ecuestre-taurino”, organizado por la Empresa Paquito “El Diente”. Se celebró en el coso de Santa Margarita de Linares, el 20 de julio de 1958, en el que – con inusitada expectación – se presentaba al “AS de los ASES de la equitación de alta escuela D. Alfonso Torres con su famoso Caballo-Toro “Martinete” (sic), según rezaba el hiperbólico reclamo publicitario.

  El festejo se completaba con la lidia y muerte de tres novillos-toros de la ganadería de don Demetrio Risoto, de Navas de San Juan, por los novilleros locales: Juan Sánchez “Saleri” y Andrés Escudero, cerrando la terna, Edmundo Juárez “El Argentino”. Del toreo a pie desconocemos el resultado y, tampoco, si se cumpliría la promesa del empresario de – a la finalización del espectáculo – obsequiar “al distinguido público con 15.000 ptas. en Regalos”, que era dinero por aquellos años. En esa época resultaba frecuente dar, a veces en funciones nocturnas, lo que se denominaban popularmente: novilladas “económicas” o “de regalos”. Gloriosos tiempos, en que las plazas se llenaban “hasta la bandera” (iban familias enteras), al reclamo de los objetos a rifar y lo que se ofrecía en el ruedo.

  Para terminar, reproducimos uno de los más bellos elogios que se hayan hecho jamás de un caballo (al que sólo le faltaba hablar), tomado del tratado “Doma, obediencia y sumisión” – de innegable utilidad práctica – editado en 1963 y del que es autor el acreditado caballista Alfonso Torres, muy vinculado con mi torerísimo pueblo de Linares. Evitando traducirlo del melódico idioma portugués y a raíz de su debut en la capital lusa, en la Plaza de Toros de Campo Pequeño, templo del rejoneo; escribe una ilustre pluma lisboeta: “Pertenece sem duvida a mitología. Será um des Pegasos do maravilhoso Pegao dos Elenos, Martinete ó cavalo prodigio, ó taurus fabuloso. Que responda se é que tamben sabe falar”. Ciertamente, debió ser digno de admiración este “Noble Bruto”.

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