Plaza de toros de Jaén. Coso de La Alameda
Seguda corrida de abono de la feria de San Lucas. Media plaza en tarde agradable.
Seis toros de Victorino Martín. Bien presentados en líneas generales. Premiados con la vuelta al ruedo “Mercenario-27” lidiado en segundo lugar y “Verdadero-23” lidiado en cuarto lugar.
CURRO DÍAZ | Verde esperanza y oro | Oreja y oreja |
EL CID | Azul celeste y oro | Dos orejas tras aviso y oreja |
DAVID GALVÁN | Azul soraya y oro | Silencio y dos orejas |
Con la terna a hombros acompañada por el ganadero Victorino Martín y el mayoral, la imagen del final de San Lucas fue idéntica a la de hace un año.
De nuevo los toros de Victorino Martín dieron el espectáculo que se esperaba y no sólo eso, varios de ellos fueron ovacionados de salida nada más hacer acto de presencia en el ruedo. Justo es afirmar y no es exageración que toros así no se han visto en Jaén en años.
Esta corrida nos dejó la emoción de poder despedir ante los suyos al último torero de la tierra: Juan Carlos García.
Vestido de oliva y plata, con un terno jaenerísimo, dijimos adiós a uno de los nuestros. A ese torero nacido en el barrio del Almendral que llegó a convertirse en matador de toros y que durante los años noventa fue el timón de la feria de San Lucas y el Coso de La Alameda, donde todo empezó en la añorada Escuela Taurina del Club Tendido 1 y en cuyo ruedo de forma discreta ha dicho adiós, recogiendo el cariño de los suyos tras romperse el paseíllo ya que la sociedad propietaria de la plaza de Jaén, los alumnos de la Escuela Cultural de Tauromaquia de Jaén y tres entidades taurinas de la capital – el Círculo Cultural Taurino, la Asociación de Aficionados Prácticos y la Unión Montera en Mano- rindieron un sentido homenaje al torero local.
Fue dificultoso en el capote recibir al primero de la tarde, frenándose al meter la cara en los vuelos del capote, con mucho temperamento. Brindó Curro Díaz al compañero de la información taurina Ángel del Arco, recordando en sus palabras a su padre, que fue toda una institución en el periodismo jiennense. Ya con la muleta la faena tuvo muchísimo mérito, porque el toro no regalaba nada, se quedaba tobillero y punteaba constantemente la muleta. Fue fundamental el buen hacer de Curro especialmente por la derecha, haciéndose poco a poco con el toro y toreando siempre con mucha verdad. Mató de estocada entera aunque ligeramente contraria y fue premiado con una oreja.
En el quinto, tras una bronca considerable al picador por parte del público, Curro Díaz brindó su faena a Juan Carlos García en el último toro de su carrera, dándose la circunstancia precisamente que Juan Carlos García fue su padrino de alternativa en su día. Muleta en mano, Curro Díaz le regaló una faena intensa y de las que no olvidaremos por lo que estábamos presenciando: naturales eternos a un toro encastado que embestía con toda la pala del pitón barriendo el suelo en cada muletazo. Una faena de mucho empaque y poder. No mató bien y fue feamente cogido y arrollado en la suerte suprema, volviendo a la cara del toro visiblemente dolorido pero espoleado por su amor propio de rematar su obra en todo lo alto. Volvió a ser premiado con otra oreja.
Regresó El Cid a Jaén después de un tiempo considerable tras haberse retirado de los ruedos hace un par de temporadas. Jaén siempre se le dio bien y aquí tuvo tardes importantes, pero esta de los Victorinos supera todo lo que antes le habíamos visto hacer aquí.
Fue la suya una tarde rotunda de principio a fin. Le cogió bien el aire con el capote a su primero, brindó a Enrique Ponce que se encontraba presente en el callejón y tras ello llegaría una explosión de sensaciones. Con pausa y rimo fue construyendo una faena que fue siempre a más. Los derechazos fueron portentosos y con la última tanda puso a la plaza en pie, rendida a su capacidad. La estocada algo trasera, pero el premio de las dos orejas hubo de ser tan importante para él que en la vuelta al ruedo no se desprendió de ellas. Fue premiado el toro con la vuelta al ruedo.
El quinto fue un toro con el que había que estar firme. Se orientaba pronto y de nuevo El Cid supo hacerle las cosas de forma impecable. Tenía una embestida vibrante al arrancarse de lejos, para luego imprimirle un toreo lento en cada muletazo con naturales muy lentos. Cobró una media estocada tendida y fue premiado con una oreja.
También regresó a Jaén después de muchísimo tiempo David Galván. Jaén le debía volver a acartelarlo, tras sufrir aquí uno de los percances más graves que se recuerdan. Y en su regreso al Coso de La Alameda tuvo ante sí a los toros de Victorino Martín que siempre se conocieron como “alimañas”. Así fue su primero, siempre detrás de la mata y quedándose bajo los pies del torero. Galván, que venía de sufrir días atrás un aparatoso percance, no se mostró confiado en su primero. Inseguro, dudoso, quizás preso de sus propios fantasmas. Se fue rápido a por la espada para quitarse de en medio a un toro que le podía hacer pasar un mal rato.
Todo cambió en el sexto, con un toraco que por pitones, trapío y juego no se parecía en nada a lo que los jiennenses estamos acostumbrados a ver en Jaén. Tenía el toro muchísimo que torear. Los dos pedazos de pitones que cubrían su cabeza, imponían. Galván hizo un esfuerzo y a través de raza, actitud y entrega consiguió sacar rédito a su comparecencia en Jaén a través de su toreo. Cobró una estocada entera pero trasera y la muerte de bravo del toro postrero de la feria, terminó por poner el punto final a una tarde en la que nadie se aburrió porque todo tuvo importancia, interés y emoción.
Foto: Tauroemoción