Rompo el silencio al que tenía sometido este rincón taurino después de haberme pasado una noche recordando al genio de Triana a través de la película que Juan Sebastián Bollaín hiciera hace ahora diez años para glosar la figura de quien fuera revolucionario del Toreo de su tiempo y precursor de la forma posterior de interpretar la Tauromaquia.Un antes y un después en el Arte del Toreo.José y Juan en los ruedos en una época esplendorosa para la Tauromaquia.
Una película que al estrenarse mi madre no me dejó ir al cine a verla por tener yo diez años y no haber nadie dispuesto a venirse conmigo al Cine Avenida a ver en la pantalla la vida de este genio.Entonces aquello me dolió pues siempre me gustó el cine taurino,que dicho sea de paso no ha dado lugar a obras maestras ya que se salvan muy poquitos títulos.Me hacía ilusión ver en el cine una película de toros,en una edad en que lo normal en mí hubiera sido ver la película de Astérix y Obélix.
Tuve que esperar a que Canal Plus la estrenara para poder verla y grabarla en video.Después,la habré visto mil veces porque la película lejos de ser una obra su figura en los ruedos va más allá y se adentra en lo personal trazando la historia que va desde su adolescencia en las calles de Triana aprendiendo el oficio en el comercio de la familia,pasando por sus torerías nocturnas en Tablada para de la mano de Calderón,su descubridor,vestirse por primera vez de luces en Elvas,su petardazo histórico en La Maestranza,la sustitución en Sevilla y su posterior aldabonazo en La Maestranza donde lo llevaron en volandas por las calles de Sevilla.
Quizás la película peca de mostrar excesivamente a un Belmonte mujeriego,y eso a mis diez años de entonces fue lo que menos me gustó por querer yo encontrar en la película la figura histórica del torero revolucionario que fue.En pocas imágenes puede comtemplarse tal cuestión siendo quizás la más clara aquella en que en blanco y negro pretende reproducir la histórica tarde del 21 de junio donde la gente se arrojó al ruedo para tocarle y palparle dado que la faena que aquella histórica tarde ejecutó rozó lo sobrenatural y Belmonte alcanzó cotas nunca vistas hasta entonces.
Años más tarde pude dar por fin con la famosa biografía de Chaves Nogales, y aquel libro se convirtió en mi libro de exámenes,es decir: cada vez que llega el periodo de exámenes cada noche al acostarme antes de dormir me adentro en un libro que durante un mes me irá acompañando siendo en los exámenes de junio de primero de carrera el libro escogido y de lo cual no me arrepiento.
Dentro de aquel libro encontré respuestas que tiempo atrás me hice al ver la película y que desde entonces había intentado descifrar en vano.Me sorprendió la estructura narrativa del libro que me recordó muy mucho al que Antonio Burgos escribió hace unos años sobre Curro Romero,dándome cuenta que Burgos se había ayudado del libro de Chaves Nogales para llevar a cabo el del Faraón de Camas.
Ese libro me descubrió algo más que un torero.Todo un personaje dentro y fuera de los ruedos que logró encandilar a toda una generación de intelectuales desde Valle Inclán a Gómez de la Serna pasando por Sebastián Miranda,Zuloaga,Romero de Torres o Julio Camba.Sin ir más lejos,mi proferos de literatura en el colegio,que dicho sea de paso fue un pedazo de profesor,siempre nos preguntaba antes de explicar las cosas si sabíamos quien era el autor de tal o cual obra y lo que sabíamos de él,pues bien, se quedó perplejo cuando al preguntar quien era Valle-Inclán en clase le respondí que era el autor de «Luces de Bohemia» y «Sonata de Otoño/Sonata de Invierno» y ante mi respuesta lo primero que pensó es que había leído alguna de estas obras con la decepción de que Valle -Inclán era conocido por mí por su acercamiento a Juan Belmonte y la no menos famosa proclamación del autor pontevedrés al trianero:
-Juanito,¡ya sólo te queda morir en la arena!
A lo que en un alarde de genialidad torera Belomte sentenció aquello que a mí me impactó de por vida cuando ví la película con diez años:
-Hombre Don Ramón…¡se hará lo que se pueda!
Del mismo autor,Ramón María del Valle-Inclán son estas palabras proclamando a Belmonte como artista y el Toreo como eje del resto de las artes.
«Ya que Juan Belmonte se encuentra entre nosotros, hemos juzgado necesario obsequiarle con una comida fraternal en los jardines del Retiro. Fraternal porque las artes todas son hermanas mellizas, de tal manera que capotes, garapullos, muletas y estoques, cuando los sustentan manos como las de Juan Belmonte y dan forma sensible y depurada a un corazón heroico como el suyo, no son instrumentos de más baja jerarquía estética que plumas, cinceles y buriles. Antes los aventajan, porque el género de belleza que crean es sublime por momentáneo, y si bien el artista de cualquier condición que sea se supone que otorga por entero su vida en la propia obra, sólo el torero hace plena abdicación y holocausto de ella».
Belmonte fue un revolucionario de la Tauromaquia,y su figura una revolución dentro de mi forma de entender mi pasión por los toros.