Feria de San Miguel. 2ª corrida de abono, primera de a pie. Menos de media plaza.
Ocho toros de Gavira, de buen jueggo, con mucha calidad, nobleza aunque un pelín faltos de fuerza algunos de ellos.
Manuel Díaz «El Cordobés» (blanco y oro) oreja y oreja.
Rivera Ordóñez (rioja y oro) oreja y oreja.
Juan Antonio Millán «Carnicerito de Úbeda» (blanco y plata) dos orejas y oreja.
José García «El Doctor» (grana y oro) oreja y oreja. Se cortó la coleta, retirándose de los ruedos.
La imagen final fue la que todos quisiéramos ver al término de un festejo cada vez que entramos a una plaza de toros. Todos los actuantes a hombros.
Ayer en Úbeda salieron a hombros los cuatro toreros anunciados y Salvador Gavira, el ganadero. Y es que desde el Campo de Gibraltar los hermanos Gavira, Salvador y Juan embarcaron hacia Úbeda una sensacional corrida de toros. De lo mejor que se ha visto en mucho tiempo por aquí.
Si ya de por sí que salga un toro como el ganadero y el aficionado esperan es cosa más que difícil, lidiar un encierro de ocho toros, sí ocho, y que prácticamente todos ellos den buen juego, permitan a los toreros hacer el toreo y al aficionado disfrutar es dificilísimo. Bien es cierto que alguno que otro de fuerzas andaba algo justo, sí.
Los dos toreros locales estuvieron más que a la altura de las circunstancias y dieron una gran tarde de toros. Carnicerito estuvo sensacional y «El Doctor» más que digno. Fueron dos actuaciones de enorme mérito. ¿Por qué? Sencillamente porque Juan Antonio Millán toreó ayer como si lleváse a las espaldas treinta paseíllos esta temporada y «El Doctor», que además era la primera que toreaba en Úbeda como matador de toros, supo solventar un compromiso tan importante.
Carnicerito sumaba su segundo paseíllo vestido de luces este año y no lo parecía. Se reivindicó como un torero que sabe torear y muy bien además. Como un torero a tener en cuenta y que debe tener sitio en los carteles. Entre lo que él hizo a lo que hicieron los dos mediáticos no hubo color.
Por como toreó con capote, con muchísima clase, y con la muleta, muy profundamente. «El Cordobés» y Rivera Ordóñez estuvieron bien, es más, Rivera toreó con mucho temple al segundo de su lote, pero Juan Antonio verdaderamente les mojó la oreja. Puedo llegar a pensar incluso que como estos dos diestros torean casi a diario, ahora llegado el mes de octubre por estas fechas estén más que atorados y bajen un poco el listón. Esta percepción es mía.
Vestido de grana y oro «El Doctor», como el día de su alternativa, pisaba el ruedo del Coso de San Nicasio por primera vez. Desconozco si desde el 2001 había matado alguna corrida de toros y por eso mismo, por no haberse enfundado un traje de luces en mucho tiempo lo de ayer tuvo mucho importancia porque él, piensen lo que algunos piensen, no se anunció para hacer el paseíllo de comparsa. Ni mucho menos. Vino a despedirse del toreo, porque él es torero, y se ha ido de esto de la mejor manera posible: dignamente y saliendo a hombros.
Supo aprovechar las virtudes de sus dos toros y especialmente en el último, que fue el más mansurrón de todo el encierro. Con este, por nombre «Especial» toreó con empaque con el capote. Lo brindó a su sobrina Beatriz. Ya con la muleta, se relajó, se concienció de que era su último toro, y sacó lo mejor de sí mismo y se gustó toreando con la muleta. Gustaron mucho esa tanda última de muletazos por alto, codilleando. Con la espada era normal que no estuviera muy acertado, pero esto último importaba poco a muchos de los que estaban en el tendido.
Se le concedió una oreja, la última. Salió al tercio y allí emocionadamente su hermano Ramón le cortó la coleta. Rompió la plaza entera en aplausos y mi amigo Arturo no lo pudo aguantar, me agarró, llevándome consigo de cabeza al callejón para acompañar a Pepe en su última vuelta al ruedo, en su última salida a hombros. Así lo hicimos.