Jaén Taurino

El Planeta de los Toros desde Jaén

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La mágica noche de Puerto Banús.
Cada vez que paso junto a la Plaza de Toros de Puerto Banús me entra un pellizco muy gordo en el estomágo. La veo ahí, en el mismo sitio de siempre, pero abandonada, dejada e ignorada. Resiste viendo pasar los días que quedan hasta que llegue la fatídica fecha en que una excavadora venga marcando su defunción y a mí eso me da mucha pena.
Me apena ver que esa Plaza a la que mi padre me llevaba de la mano con cuatro años se está muriendo y que el día en que ya no esté en pie de una forma u otra desaparecerán parte de mis mejores recuerdos taurinos pues ahí ví torear a Capea, a Espartaco, a Ojeda, a Joselito,a Ponce,a Litri, a Jesulín, a Finito,a Emilio Muñoz, a Ortega Cano, Fernando Cámara y por último a José Tomás y El Juli.
Allí ví como la Legión sacaba a hombros a Manuel Díaz «El Cordobés» después de cantarle «El Novio de la Muerte» con toda la Legión puesta en pie en el tendido en una tarde en que toreó mano a mano junto a Sebastián Palomo Linares.
Allí coincidí en el tendido con Camilo José Cela, que se encontraba sentado dos filas por debajo mía en una corrida nocturna y es que si por algo se caracterizaba la Plaza de Puerto Banús era por sus corridas nocturnas de las cuales una de ellas pasó a la historia como «La mágica noche de Puerto Banús» y aquella noche yo tuve el privilegio de estar allí.
En el cartel Curro Romero, Rafael de Paula y José Mari Manzanares. En los corrales un encierro de Hermanos Sampedro si mal no recuerdo. En el albero…algo impresionante y en mi memoria, el recuerdo de aquella noche.
Curro cortó dos orejas, Paula otra dos y el Maestro Manzanares cuatro orejas y dos rabos. A mis doce años de entonces rompí a llorar de emoción en el tendido pues me dí cuenta que estaba asistiendo a un momento histórico, un momento único e irrepetible.
Por eso cuando ahora paso por allí junto a esa Plaza la rabia me invade. A poca distancia de esa Plaza se encuentra la de Marbella, pero sinceramente no es lo mismo.
Es más pequeña y los carteles no tienen el mismo atractivo. Los carteles no se salen de lo mismo de siempre: Cordobés-Jesulín-Fandi-Finito-Rivera-Ponce-Conde-Cordobés hijo y Cayetano. Una vez al año una corrida de rejones y muy de vez en cuando la oportunidad de ver algo diferente, como por ejemplo el otro día que anunciaron a Salvador Vega y eso se agradece.
Abundan los mano a mano por caída de cartel de un compañero y en ellos no se le deja hacer ni un quite al sobresaliente que casi siempre es Repullo.
La Banda de Música suena a radiocassete de pilas gastadas, escapándosele algún domingo un «Paquito el Chocolatero». Una banda de ocho músicos.
Público multirracial, público de chancla y bañador, público del taco madrileño que se dejan unos buenos cuartos en la taquilla donde al ir a comprar la entrada te topas con unos precios que desmayan, como suele suceder en las novilladas sin caballos de los domingos de cada semana del año, que por ver una sin caballos no es raro que no encuentres algo más barato por debajo de los 50 euros. Triste pero cierto.
Lo más triste es que yo allí ya ni me divierto en los toros. Me siento en el tendido de esa Plaza pero a veces el pensamiento se me va a la de Puerto Banús.
Pienso que la empresa se debe replantear el asunto,porque cada domingo acudirá la gente pero dejarán de ir los aficionados.
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