Jaén Taurino

El Planeta de los Toros desde Jaén

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Tarde de las que hacen afición

Plaza de Toros de Villanueva del Arzobispo. Tres cuartos de plaza en tarde muy agradable.

Cinco toros de Miura, de presentación y comportamiento diverso. Fue devuelto el tercero, lidiándose un sobrero del Conde de la Maza de superior presentación. El cuarto, «Pajareño nº 27» fue premiado con la vuelta al ruedo.

Rafael Rubio «Rafaelillo»(Pavo y oro) Vuelta al ruedo y dos orejas y rabo
Alberto Lamelas (Pavo y oro)Oreja y oreja tras aviso
José Carlos Venegas (Turquesa y oro) Dos orejas y oreja

Al reclamo del torismo sumado al aliciente que suponía la terna anunciada en sí, acudieron hasta Villanueva del Arzobispo aficionados de toda la provincia. Esto provocó largas colas en las taquillas, hasta el punto que demoró el inicio del festejo en casi media hora. Finalmente la espera inicial, que impacientó al personal, acabó mereciendo la pena por la tarde tan vibrante que se vivió en la siempre agradable Plaza de Toros de Villanueva del Arzobispo.

La corrida tenía el punto especial de ser la única que Miura ha lidiado en plazas de tercera en la presente temporada, pero también concitaba un interés muy alto al reunir a los dos toreros de la Sierra de Segura, Lamelas y Venegas, juntos en un cartel con “Rafaelillo”, diestro que en Jaén cuenta con legiones de partidarios por la vinculación que a esta tierra le une.

Lo de “Rafaelillo” fue sencillamente descomunal. Curtido en corridas muy duras, viéndoselas frente a toros de este hierro continuamente cada temporada, en Villanueva demostró la capacidad con que es capaz de torear ante estos toros, haciéndole una lidia casi imposible de ver en las plazas e impensable en otros toreros. Una agilidad de piernas y de cabeza en la cara del toro fuera de lo común. Una vez impuso su dominio, le brotaron incluso pinceladas, destellos de arte que ante uno de Miura a cualquiera no le surge.

Tras presentar sus credenciales en el primero, en el que hizo cuarto dio una auténtica lección de raza. Sus compañeros ya por entonces contaban con algún trofeo en el esportón, pero él no, y salió espoleado hacia el triunfo. Como si toda la temporada se le fuera en aquel toro. Salió a por todas, lo recibió con dos largas, ajustadísimas, lanceó con empaque a la verónica y puso a la plaza en pie. En el tercio de banderillas Joselito Rus dejó dos pares soberbios, obligándole la plaza a saludar montera en mano. Tras ello Rafaelillo firmó una faena muy intensa con la muleta, con muletazos muy profundos y largos, haciendo enloquecer al público, todo ello culminado con un espadazo, un cañonazo, suficiente aunque el toro tardáse en morir. Vuelta al ruedo para “Pajareño” Nº27 y dos orejas y rabo para “Rafaelillo” que paseó por el ruedo y que guardará a buen recaudo en casa porque un rabo no se le corta a un Miura cada tarde.

Precisamente tras aquello Alberto Lamelas le brindó el quinto toro en señal inequívoca de admiración y respeto. Admirable precisamente la actitud de Lamelas toda la tarde, que hizo en el quinto un esfuerzo muy grande tras ser arrollado muy feamente de primeras al irse a la puerta de chiqueros. El toro era un regalito en toda regla, que incluso llegó a pegarle un volteretón cuya caída pudo traer fatales consecuencias. Rebañaba el toro que daba miedo y él se fajó una y otra vez pasándoselo bien cerca. Una oreja del quinto y una oreja de ley previamente había cortado en su primero, que también era un toro para no descuidarse, porque se quedó cortito y se lo pensaba, pero Lamelas supo hacerle las cosas.

Venegas vio como se devolvía el primero de su lote, corrió turno y lidió en tercer lugar el que estaba previsto que fuera el sexto del encierro. Un toro con mucho recorrido al que Venegas se acopló perfectamente y logró llegar a torear por momentos con mucha suavidad en una faena que se vivió con intensidad en los tendidos. Por el contra, su otro toro era un torazo del hierro del Conde la Maza con dos pitones de espanto y un trapío soberbio que inundaba la Plaza de Villanueva. El toro hizo emplearse de lo lindo a los carpinteros tras dejar varias tablas de la plaza reventadas. Fue premiado Venegas con una oreja tras faena que se circunscribió al terreno precisamente de las tablas, donde el toro marcó su territorio y en el que Venegas, a base de paciencia y tesón le sacó los muletazos.

Al final, los tres diestros a hombros, sin el acompañamientos del Mayoral (una pena) porque ya se había marchado, y el ruedo inundado de chiquillos acompañando a tres toreros que se la jugaron de verdad, repitiendo por tercer año consecutivo en esta plaza la misma imagen, que no es otra que los tres diestros saliendo a hombros en una tarde triunfal de las que hacen afición. La imagen que todos esperamos.

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