Jaén Taurino

El Planeta de los Toros desde Jaén

Crónicas

Fortes se reivindica en Madrid con la de Araúz de Robles

Plaza de toros de Madrid. Las Ventas.

Feria de San Isidro.

Seis toros de Araúz de Robles y un sobrero de Castillejo de Huebra (6º) Desiguales de presentación en su conjunto. Muy mansos el primero y tercero.

MORENITO DE ARANDA: (Azul cobalto y oro) Silencio y saludos desde el tercio

FORTES: ( Rosa y oro) Ovación desde el tercio y vuelta al ruedo

ADRIÁN DE TORRES: ( Rosa pálido y oro) Silencio y silencio

Los toros que se refrescan los rigores del calor de nuestra tierra en las aguas del río Rumblar se dejaron en su tierra de Bailén el fulgor de una batalla que no quisieron plantear. Más bien la rehuyeron por la vía de la mansedumbre.

La imponente presencia de los toros de Araúz de Robles en su predio de Burguillos no se tradujeron en la admiración por su juego, huidizo y escurridizo en algunos de sus ejemplares.

Dos de ellos superaban los seiscientos kilos. Varios lucían pitonacos en sus cabezas, y entre el pelaje no faltó el barroso característico de esta emblemática divisa del campo bravo de Jaén que ha tenido el honor de pisar el albero venteño en San Isidro.

De no haber estado en “pinchaúvas” los toreros, se hubieran paseado trofeos de importancia porque sin ir más lejos lo firmado por Fortes en ambos toros le debe servir para salir de un lugar en el que no debe estar porque Fortes con el quinto le arrancó los olés a las entrañas de Las Ventas y le destapó las vergüenzas al sistema taurino que arrincona a toreros como él, los olvida y los castiga.

La terna en su conjunto estuvo muy digna con la corrida de Araúz de Robles, pero lo de Fortes fue un punto y aparte. Alcanzó la cumbre toreando en el quinto y perdió una puerta grande clamorosa por pinchar. Imperdonable.

Fue la tarde de Fortes. Su firmeza, su verdad al torear, la precisión en el cite y hasta los arrebatos de inspiración en su primero, donde firmó derechazos con la mano bajísima, llenos de lentitud y su toreo final ayudado a dos manos por alto, a un toro que en sus manos parecía mejor de lo que realmente fue, ya atisbaron que el torero malagueño venía a Madrid a reivindicarse. Y así fue en el quinto, donde su toreó explosionó más todavía.

Con dos pedazos de pitones en la cabeza y más de seiscientos kilos de toro, Fortes con mucho sitio y todo el valor del mundo se rompió toreando sin alharacas. La pureza de su toreo por ambas manos eclosionó en Las Ventas, enganchando siempre el muletazo adelante para soltarlo muy atrás.

La puerta grande de Las Ventas se le escapó a un torero que siendo patrimonio de La Malagueta, debe estar acartelado en todo el orbe taurino tras lo que ayer se pudo vivir. La vuelta al ruedo bajo los compases de ‘Española y gaditana’ – el pasodoble de La Línea– fue el justo premio a una tarde que ya ha marcado la feria.

Morenito de Aranda anduvo firme con su mansurrón primero, que no se le puso fácil. Bien porque salía suelto y rebrincado de cada lance, bien porque no descolgaba la cara, soltaba gañafones al torero burgalés o no quería pasar cuando este le procuraba cada muletazo por la derecha. Se frenaba, se revolvía y todo resultaba intermitente. Fue pitado en el arrastre.

Con el que hacía cuarto de la tarde se estiró Morenito de Aranda en los lances de recibo a la verónica y la gente se lo cantó. Tras ello llegaría uno de los momentos de la tarde: el inconmensurable tercio de banderillas que protagonizó el banderillero Iván García, que tuvo que saludar montera en mano tras poner incluso a la plaza en pie y escuchar la mayor ovación del festejo.

En la muleta tras un tanteo poderoso en el inicio, el toro soltó un violento gañafón que hizo que el torero de Burgos fuera a parar al suelo, si bien no hubo que lamentar percance alguno. Se metía por dentro el toro en el derecho y había que tragarle mucho. Al natural la cosa cambió a mejor y Morenito brindó muletazos de calidad con la izquierda para acabar finalmente pegándose un arrimón.

Adrián de Torres se estrelló con ambos. El torero de Linares compartía denominación de origen con la ganadería del cartel en la tarde de su regreso a Las Ventas y que conformaba su segundo paseíllo del año.

Su primero fue un fugitivo. No quería pelea, no se entregaba en nada y le costaba todo. Gazapón en su embestida, despreciaba el trazo del muletazo de Adrián pasando por allí sin celo alguno. Se puso imposible para matarlo, yendo de aquí para allá, de forma que Adrián poco menos que cuadró al toro en casi todos los espacios de la plaza.

El que cerraba plaza fue otro toro mostrencón. Por corpulencia y por los dos pitones que coronaban su cabeza. Se deescordinó en los primeros lances y fue reemplazado por un sobrero de Castillejo de Huebra, el más basto de la corrida.

A Adrián de Torres le pitaron hasta el brindis al público – cosa que no se entiende- antes de desplegar su toreo vertical y amanoletado. Quiso ponerse de verdad y torear despacio, pero la gente no estaba con él. Intentaba el de Linares torear a un toro que pasaba sin transmisión y los pitos eran sistemáticos por más que intentase torear. No le dejaron, muchos no le quisieron ver.

Adrián fue a Madrid a chocarse contra un muro. Cada vez que volvía a la cara del toro se le recriminaba y sólo se hizo el silencio cuando montó la espada.

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