Plaza de toros de Jaén. Coso de La Alameda.
Tres cuartos de plaza en tarde agradable.
Corrida de toros de Galache, Daniel Ruiz,Pallares, Juan Pedro Domecq, Victoriano Martín y Garcigrande
MORANTE DE LA PUEBLA | Azul pavo y oro | Silencio y pitos |
TALAVANTE | Catafalco y oro | Palmas y Silencio |
EMILIO DE JUSTO | Nazareno y oro | Silencio y dos orejas |
Hubo que esperar hasta el final para llevarnos la satisfacción de ver torear y crujir de emoción, que es lo que nos guía a ir a los toros. Seis toros de seis hierros distintos para una terna compuesta por Morante de la Puebla, Talavante y Emilio de Justo.
Era esta la corrida de la feria de San Lucas, también la del sesenta aniversario de la plaza – simple efeméride-, pero sobre todo la de la polémica del sorteo desde que se anunció el cartel hasta que ayer se celebró, habida cuenta de la resolución administrativa de la Junta de Andalucía denegando la autorización de este festejo en los términos en que había sido solicitado el mismo. Así pues, se sorteó conforme a lo dispuesto en el Reglamento Taurino de Andalucía.
Interesante ver saltar al ruedo del Coso de La Alameda seis toros de seis ganaderías distintas, varias de ellas muy poco vistas en Jaén como Victorino Martín que sólo ha lidiado una corrida, Pallarés o Galache, sucediendo en este caso que la última vez que un toro de la familia Galache pisó el albero de Jaén fue en el año 1964. Casi nada. Pero el juego de los toros fue lo que dio al traste con esta corrida, diversa en presentación, morfología, juego y peso. El de Pallarés un zambombo, y el de Garcigrande el más pequeño.
Volvía Morante a Jaén tras su gran actuación hace ahora un año. Nos las prometíamos felices por el temporadón que viene haciendo y el estado de gracia en que se encuentra. No pudo ser. Recibió de capa al de Galache que iba y venía, se frenaba al llegar al capote y salía del mismo aburrido. En la muleta el toro embestía sin ganas, y no dijo nada. Mató de media defectuosa. Y al de Juan Pedro, que lo recibió con medio capote cogido por la esclavina y luego lo lanceó a una mano para después estirarse a la verónica, parecía que el sino sería diferente, pero no. En la muleta, tras empezar por bajo doblándose con él con mucha torería al tercer muletazo el toro se le tiró con saña al pecho, con tremenda brusquedad. Morante no se dio coba con el bicho, abrevió y se quitó de en medio al de Juan Pedro en cuestión de minutos. Aquello cabreó y se le pitó en exceso.
Regresaba Talavante a Jaén después de varios años de ausencia en una plaza donde cayó de pie en su debut allá por el 2006. Y lo hacía en esta temporada de su vuelta a los ruedos. Pasó por Jaén desdibujado, sin terminar de romper ni entregarse. Ni transmitir cuanto hacía. Algo más entonado con el de Daniel Ruiz con el que incluso se le llegó a pedir un trofeo que no fue concedido. Pero el otro, el de Victorino, que fue el que mejores condiciones había tenido hasta entonces, Talavante fue de más a menos y aunque dejó algunos naturales en condiciones el toro acabó parándose precisamente por ese pitón. Hasta pitos se escucharon. Lo mejor de Talavante en Jaén fue su cuadrilla, que estuvo cumbre toda la tarde y llegó a saludar en el segundo.
Y por cuarto año consecutivo hacía el paseíllo en Jaén Emilio de Justo, torero que nuevamente ha refrendado en Jaén y sus éxitos y por méritos propios se ha ganado volver a esta plaza. Salvó la tarde en todos los sentidos. Su primero, del hierro de Pallarés fue un toro con mucho cuajo, un toraco y él lo enseñó en la lidia dejando en el centro del ruedo una media verónica a cámara lenta que retumbó la plaza. Embestía el toro lento, sin terminar de entregarse y Emilio de Justo a base de estar con él le fue componiendo una faena a medida rematada con soberbios pases de pecho. Todo cuanto hizo se le fue estrepitosamente con la espada pero sobre todo con el descabello.
En el último, cuando la decepción por el discurrir de la tarde reinaba en el ánimo general, el toro de Garcigrande hizo posible lo que ya dábamos por imposible: la emoción. El toro hizo algunas cosas raras con la vista, creando cierto desconcierto. Pero después nos regaló unas embestidas largas, profundas, encontrándose a un Emilio de Justo que fue a más siempre y que dejó derechazos muy macizos. Emilio de Justo se despojó de la ayuda para torear a placer al natural por la derecha, firmando un pase de pecho a cámara lenta que fue un prodigio. Remató con unos ayudados por alto de enorme torería y sobre todo, lo más importante, un estoconazo final que por sí sólo le valieron las dos orejas que le concedieron. Emilio de Justo abrió la puerta grande camino del Parque Felipe Arche, y lo hizo siendo el triunfador de esta feria de San Lucas.