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De Jaén a México para despedir a Enrique Ponce

Mientras en España a las cuatro de la madrugada algún acérrimo aficionado le echaba un pulso al sueño frente a la pantalla del ordenador, con tal de ver la última tarde en los ruedos de Enrique Ponce vestido de luces a través de una emisión online, en la cuarta fila de la Monumental de México un grupo de jiennenses tuvieron el privilegio de verlo y vivirlo en primera persona.

Si el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía llegó a definir lo que es el “Currismo” en una célebre sentencia indicando que es un sentimiento “creador de una ilusión permanente, de una esperanza incondicional y de una forma de entender la vida” el Poncismo” que ha llevado a este grupo de aficionados jiennenses a viajar al otro lado del mundo se aproxima a esos parámetros de vivir la afición a los toros tras los pasos de un torero a través de la ilusión, la fidelidad incondicional al diestro y esa forma de entender la vida que es en sí misma la afición a la tauromaquia donde uno adquiere una entrada sin que nadie le garantice a priori la brillantez del espectáculo que va a presenciar.

La Monumental de México fue la última cita en el particular calendario de quienes durante la temporada 2024 han estado presentes en prácticamente todos los paseíllos que ha realizado Enrique Ponce en los ruedos de España y Francia. Un grupo aficionados de Jaén, partidarios del torero que se han hecho notar, de alguna manera, en cada una de esas plazas de toros cuando al romper el paseíllo sostenían una pancarta con la leyenda “Ponce = Dios”.

Hasta al propio torero semejante proclama le parecía incluso algo irreverente, tal y como confeso el pasado mes de octubre en el salón de actos de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, cuando pronunció el XXII Pregón Taurino de la Feria de San Lucas. Y esa pancarta también estuvo presente en las cuatro últimas tardes de Enrique Ponce en los ruedos de México: San Miguel de Allende, la plaza “Nuevo Progreso” de Guadalajara, la plaza de toros “La Luz” y la Monumental de México la tarde del pasado 5 de febrero donde Enrique Ponce firmó su última actuación vestido de luces en una carrera extensa y convertido ya en leyenda del toreo tras salir a hombros de la plaza de toros más grande del planeta.

Un viaje a la aventura

En esa salida a hombros acompañando a Enrique Ponce en su adiós se sumó precisamente uno de estos aficionados jiennenses. Arturo Montilla, arquitecto de la capital que reside actualmente en la Costa del Sol y miembro de la Asociación Taurina de Aficionados Prácticos de Jaén no dudó en bajarse al ruedo para acompañar al torero causante de su inquebrantable afición y al que considera su ídolo, su torero: Me busqué la vida y me fui sólo, literalmente a la aventura porque no había forma de comprar entradas sueltas desde España y viajé sin tener garantizada la entrada”.

Pero una vez allí supo que también estaba este grupo de aficionados de la capital, entre los que se encontraba Juan Carlos Toro, directivo de la Escuela Taurina de Jaén, y se unió a ellos.

“No pude estar en Valencia en su despedida ni en otras actuaciones de la temporada y no quería perderme su última tarde. He ido improvisando el viaje sobre la marcha y al final ha sido una experiencia inolvidable” relata Montilla a Jaén Hoy, que admite que lo vivido esa tarde le ha impactado por tratarse de la plaza de toros más grande del mundo y por la pasión con que se vive en México la fiesta de los toros: “La Monumental ya de por sí impresiona vacía, pero llena y con el homenaje que hicieron en la previa además de conmemorarse el aniversario de la Plaza México desplegando una gran bandera de México mientras sonaba el himno nacional, es todo un espectáculo. El olé de esa plaza es diferente, especial, y el público se entrega totalmente”.

 

Una corrida de toros con final feliz, en la que Enrique Ponce alternó con los mejicanos David Silveti – que también salió a hombros- y Alejandro Adame tras lidiar un encierro de la ganadería Los Encinos que en el caso de Ponce ofreció un juego desastroso, pero pudo resarcirse al regalar el sobrero. Y fue en el que cerró plaza el toro con el que Ponce pudo desquitarse, toreando bajo los sones de “Las Golondrinas”, siendo premiado con las dos orejas.

Luego, bajo un cielo plagado de confeti, música de mariachi, la plaza completamente a oscuras mientras el nombre de Enrique Ponce sobresalía iluminado por luces láser y él se despedía de los ruedos con un sombrero charro entre las manos y lágrimas de emoción en sus ojos, quedaba una imagen para el recuerdo de estos afortunados aficionados de Jaén que viajaron a México siguiendo la estela de un torero nacido en Valencia pero ligado a Jaén desde que llegó a esta tierra siendo becerrista y aquí se forjó parte de la carrera de quien ha sido y será un torero legendario.

 

Fotos: Arturo Montilla/ Juan Carlos Toro

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