Plaza de Toros de Úbeda. Coso de San Nicasio.
3ª de abono de la Feria de San Miguel. Media plaza.
Toros de Cebada Gago y uno de Araceli Pérez (3º) de juego desigual.
- José Pedro Prados «El Fundi»: Silencio y pitos
- Juan José Padilla: Saludos y oreja
- Rafael Rubio «Rafaelillo»: Saludos y oreja
- Juan Luis Pizarro: Ovación en ambos
La de hoy en Úbeda era una corrida que llamaba la atención, por su cartel y por el ganado. No estamos acostumbrados en esta provincia a ver hierros de los duros e igualmente no acostumbramos a corridas «monstruo» por aquello de cuatro toreros y ocho toros. Si el año pasado con una de Gavira que fue sensacional los cuatro espadas salieron a hombros, regalando una imagen de esas que tanto necesita la Fiesta, esta tarde bien se puede decir que bastante ha sido el que los cuatro toreros hayan marchado de la plaza por su propio pie. Que no es poco.
Por mansurrona y complicada. El lote se lo ha llevado Juan Luis Pizarro, torero local que el año pasado se quedó fuera y este año sí estaba anunciado. Anunciarlo junto a tres batalladores del toreo, afiliados a la lidia de lo más duro del campo bravo, es una auténtica putada (con perdón) y una responsabilidad. Con sólo tres paseíllos a sus espaldas esta temporada, ha estado digno y ha tenido que hacer un esfuerzo enorme para estar ahí. Dejó buenos naturales y sobre todo alguna serie de calidad con la derecha, pues ese era el pitón bueno del cuarto, el mejor de la corrida. El compromiso le ha venido grande, pero claro, si ha toreado la de Cebada es porque eso es lo que había.
A «Rafaelillo» emociona verle con esos toracos, porque le echa coraje a espuertas. Se pegó un arrimón en el tercero de la tarde, al que se impuso en una faena de mérito porque no había forma de sacarle los muletazos y él lo consiguió. El séptimo de la tarde era un barrabás que no hacía otra cosa que pretenderlo, buscarlo y lanzarle derrotes. Llegó a cogerlo dos veces enviándolo camino de las alturas. Le arrancó una oreja de ley.
Padilla ídem de lo mismo. Se las vió y deseó con un lote para desesperarse, especialmente el sexto, que no había forma de meterle la muleta al bicho por lado alguno y en cambio él, tirando de pundonor le fue haciendo cositas. Como si sacáse petróleo. Otra oreja arrancada a base fajarse con el toro, la que le cortó al sexto.
Al Fundi se le ha visto poco. Tampoco es que tuviera muchas opciones cada uno de sus toros y el hombre ahí anduvo, que llegó un momento que ni se fiaba del quinto y antes de tomar la tizona la gente le pegó la bronca.
Seguro que la de mañana será otra cosa.