Tarde de domingo. Final de una semana que termina igual que empezó: con todo el planeta pendiente de lo que pasa en los estadios de Sudáfrica.
El miércoles la selección española pegó un petardo como un demonio. Al día siguiente Casillas era portada en el ABC. La imagen de su brazo ocultando su rostro cómo aquel que no da crédito a lo que ve, lo que siente o se le viene encima. La imagen de la semana. No se habla de otra cosa.
Para mí en cambio la imagen de la semana fue otra. También apareció en el ABC, sólo que sin tanta amplitud, sin tanto bombo y platillo. En otro aire.
La imagen que se me ha quedado grabada en la memoria, la que a mí me ha cautivado es la de Vargas Llosa apoyando su mano izquierda bajo el mentón de su cara. Sus ojos pendientes de la embestida o la arrancada al caballo de una becerra y al fondo “Finito de Córdoba” capote en mano presto a llamar al capote a la res.
Una imagen sensacional. A mí, la foto de Arjona me dice mucho. Ver a un acádemico de la lengua, un premio Cervantes, una de las mayores figuras de la literatura hispanoamericana asistiendo a una tienta, esto es, disfrutando de su afición al toro más allá de las dos horas que dura el espectáculo todo ello en la inmensidad de la tranquilidad del campo bravo. El reencuentro con su primera afición, sus sueños de infancia en Bolivia donde se aficionó a la Fiesta cuando por entonces allí se daban toros.
Viendo la imagen se me viene a la memoria aquella otra, obra de ese testigo de casi un siglo de toros que es Cano, en la que Ortega y Gasset torea al alimón junto a Domingo Ortega en su finca de Navalcaide. Si la imagen se hubiera repetido, aunque fuera mínimamente, estaríamos ante una nueva muestra del total acercamiento del mundo intelectual hacia la Tauromaquia. Una imagen así en estos tiempos inciertos hubiera sido algo tremendo, tanto como sus razonados argumentos de lo que quienes se sitúan al pitón contrario del gusto por los toros no quieren ver ni conocer. Unos argumentos plasmados en un artículo por el que ha sido distinguido con el Premio Periodístico Taurino del ABC de Sevilla y que recogió días pasados.
Esa imagen, repito, a mí me dice mucho. Tras verla me sugirió regresar a mi modesta biblioteca taurina y recuperar la edición de su Pregón Taurino de La Maestranza. Releerlo y volver a disfrutar con quien ama la Tauromaquia, la siente y pide que le dejen vivirla en paz.