Forman parte de mi memoria, de mi recuerdo infantil aquellas noches de verano a la vera mi abuelo Poli bajo las estrellas en el más que caluroso verano del Jaén de mediados de los noventa en la terraza del campito que teníamos en el final de uno de los carriles de las casas del Puente Jontoya, a mitad de camino del Puente de la Sierra. Por nombre, «Navalcardillo», homenaje modesto de aquel «Navalcardo» de los Marín en plena Sierra Morena. El campito donde crecimos todos los Marines verano a verano. Todos los primos juntos.

  Y yo, como siempre, pegado a mi abuelo. Y cada noche la cita habitual con el transistor que nos traía a él y a mí las noticias del toreo a través de las ondas. El nieto pegado al abuelo y entre ambos la afición al toreo que él me transmitió a mí y que nos unía en esos momentos a ambos para escuchar «Clarín». Con la luna reinando la noche del verano de Jaén, al final de la jornada, hablando siempre, de toros y caza, de caza y de toros. Con mi capote, aquel que la tía Tere me regaló por mi comunión, siempre cercano a mí y con él que una vez él me enseñó a dar la chicuelina, a torear a la verónica, a rematarla dejando los vuelos del capote a medio camino. Me enseñó incluso a dar la vuelta al ruedo como lo hacía el Maestro José Fuentes.

  Recuerdos de mi pasado. Mi infancia junto a mi abuelo. Como aquellas noches en el 8º A de la calle Baeza, aquel piso con aquella terraza que te mostraba el Parque de la Victoria en todo su esplendor, no como ahora…

  Aquellas noches de domingo que tenían su final cuando a través del transistor comenzaba la emisión de «Clarín» en Radio Nacional. Las noticias del toreo que llegaban de la habitación del fondo a la izquierda.

  Ahora pasados los años no le tengo a él y cosas de la vida, soy yo quien a través del transistor modestamente hago llegar las noticias del toreo, las más cercanas, las de aquí. Quién me lo iba a decir…

  A él lo perdí hace una década. Ahora pierdo mi derecho a recibir a través de las ondas día a día la información del planeta de los toros a través de «Clarín» por el lamentable capricho de quien sea. Eso para mí es como romperme de golpe una parte de mis recuerdos de infancia.