Hace unos días con la llegada de San Lucas finalizó la temporada taurina con la Feria que en honor de este Santo se celebra en la capital del Santo Reino; que si bien nos tiene aletargados en cuanto a espectáculos taurinos, nos entrega unas sensaciones muy distintas y agradables; en Jaén realmente la vida taurina no termina.
Habitualmente en la geografía taurina española es tiempo de análisis, de entrega de premios a toreros y ganaderos, conferencias taurinas, tertulias; pero en Jaén sobre todo es tiempo de disfrutar del invierno taurino en el campo, herraderos, tentaderos o tertulia ganadera junto a una chimenea con leña de encina, en definitiva es tiempo de seguir disfrutando de una forma distinta del TORO, llamémosle así.
El toreo es una historia interminable y cada temporada una campaña irrepetible. Las actividades camperas que el Toro de Lidia requiere son sin lugar a dudas como el arte de torear, que si este, nace y muere en cada pase; estas lo hacen cada temporada y resucita tras la muerte del Toro cada vez que se abre el toril.
Las tareas camperas son historias íntimas que desconocen sobre todo los públicos, en cambio buena parte de aficionados tenemos el privilegio -porque sin duda es un privilegio al alcance de muy pocos- de poder disfrutar de ellas, viviendo y sintiendo ese palpitar del Toro Bravo que sigue más vivo que nunca en su hábitat natural, el campo bravo español.
En esta estación otoñal el ambiente campero al igual que su entorno, cambia de color. Un ambiente cubierto de colores cálidos y tonos ocres, nos confiere un paisaje que aun careciendo de la luminosidad primaveral no deja de ser una delicia para los sentidos. Llegado este tiempo, los días se acortan siendo la luz más tenue, es cuando los árboles se desprenden de sus hojas cambiando su atuendo habitual disponiéndose para el duro invierno. Paradójicamente el ganado bravo barrunta también la estación venidera e igualmente se prepara vistiendo un “abrigo” que aunque deslucido por su tosquedad y conocido en el argot taurino como “pelaje de invierno”, se desprenderá de él a la llegada de la primavera para volver a lucir esa piel fina, tersa y brillante que caracteriza a las reses de lidia. Resulta paradigmático observar como Dios a pesar de que muchos nieguen su existencia, aparte de hacer las cosas perfectas hizo que tuvieran sentido. Antes de que ese tiempo vuelva a dar savia nueva y esplendor tanto al campo bravo con su particular perfume a las hierbas características de la zona, aprovechamos estas agradables temperaturas para seguir disfrutando del Toro Bravo de una manera diferente.
Ayer la satisfacción fue muy especial, acabadas las tareas que conllevan el herradero tuve la oportunidad de acompañar al mayoral de la finca a la hora de repartir el pienso por los distintos apartados que conforman la ganadería y ver en uno de ellos a un semental que se ganara el disfrute de la vida en el campo ante la lidia que le hiciera el Matador de Toros linarense Curro Díaz la tarde del 27 de mayo de 2009; presenciar a este bravo animal rodeado de un buen número de vacas con la particularidad que aquella tarde personalmente tuviera la oportunidad de estar delante de él y darle media docena de muletazos rodeado de amigos, les puedo asegurar que es del todo emotivo para todo aquel que sentimos de, y con verdad la Fiesta como una forma de vida.
Por hoy, nada más amigos, desear que disfruten dentro de las posibilidades que cada cual tenga en este nuevo invierno taurino y que la próxima temporada volvamos a vernos de nuevo por esas plazas con la misma afición y cordialidad de siempre.
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