Así la ví y así la cuento
Aunque hace dos semanas que fuera arrastrado el último de la Feria de San Lucas no quiero dejar pasar la ocasión de opinar al respecto de lo que ví en el Coso de La Alameda porque una vez terminada la Feria las sensaciones eran múltiples, muchas de ellas malas y creo que en Jaén urge pararse a pensar el momento que vive la Fiesta en la capital.
Empezando por lo positivo, resaltaré los nombres de un matador y un novillero, ambos de la provincia. Curro Díaz y José Carlos Venegas, el uno de Linares, el otro de Beas de Segura. Estuvieron muy bien aunque con la sensación de que si hubiera acompañado más el ganado sus actuaciones se podrían haber redondeado algo más. Curro está en un momento muy grato de cara a la próxima temporada y Venegas centró la atención de todos los aficionados, poniéndolos de acuerdo y sorprendiendo por su forma de torear, todo ello en una novillada muy protestada por la presencia del ganado, que fue muy pobre, tal y como se demostró cuando se protestó el anuncio de un novillo que pesaba 400 kilos y que fue sustituido por uno de un peso menor aún.
“El Cid” hizo lo mejor del día 18, al quinto del encierro de los hermanos Salvador y Juan Gavira, especialmente en la zurda, que es donde el de Salteras hace grande el toreo de muleta. Muy bueno ese toro, “Palillero” por cierto, se llamaba.
Buena impresión me llevé de Daniel Luque. Me gustó su forma de torear y creo que si no lo echan a perder puede ser un buen torero.
Curro Jiménez estuvo muy digno el día de su alternativa, que ya de por sí dice mucho. Con pocas opciones en el del doctorado, peleó duramente ante su segundo para arrancarle las orejas. Estuvo tranquilo e inteligente toda la tarde. Sinceramente, pienso que esa tarde es la que todo novillero sueña tener el día de su alternativa, esto es: un padrino y un testigo que sean figuras. El marco de una plaza de cierta importancia, el apoyo de la gente de su tierra y una ganadería con un mínimo de garantías…¿Qué más puede pedirse?
El testigo de la alternativa de Curro fue Alejandro Talavante, que se llevó ese día un palizón enorme en el quinto de la tarde cuando al iniciar por estatuarios la faena de muleta pegado al tendido dos el toro se fue flechado a su cuerpo y lo levantó varios metros para después enseñarse con fuerza con él. Yo, que a pesar de mi juventud, he visto muchas cogidas desagradables tengo que confesar que jamás había presenciado una tan espeluznante como fue aquella. Un milagro que no tuviera ningún hueso roto, en serio.
A mí la verdad es que no me gustó, si acaso, toreando al natural precisamente la tarde del domingo, pero es que no me llevé una buena impresión del de Badajoz. Sé que con su forma de torear y ser en la plaza mucha gente quedó impresionada, sobrecogida y sorprendida, pero vamos, que yo no fui precisamente de esos. Sea como fuere, Talavante se ha ganado el cariño de la gente de Jaén, que lo sacó al tercio en su segunda tarde a saludar montera en mano. Precisamente esa tarde Talavante dio una segunda vuelta al ruedo en el tercero que para mí fue una vuelta a iniciativa propia.
Me decepcionó Tejela. No es que no estuviera bien, es que estuvo bien pero pienso que podía haber estado mucho mejor. Para mí, le faltó algo a su actuación y quizás pudo ser echarle un pelín de alma a la cosa.
“El Cordobés” y “El Fandi” en su línea. De ambos me quedo más con el primero, que estuvo bastante bien en la tarde en que toreó, teniendo un gesto que dice mucho de él. Lo cuento: se le concedieron dos oreja, él consideró que no las merecía y se las metió dentro de la chaquetilla del traje de luces, dando la vuelta al ruedo como si no hubiera recibido trofeo alguno. Si en Jaén hubiera trofeo de esos que se premian “al detalle”, “a la vergüenza torera” o “la imagen para el recuerdo”, esta acción entraría a concurso.
La corrida torista resultó interesante por los toreros que no por los toros. Vaya por delante que de antemano anunciar esta corrida en Jaén era poco menos que reírse de la afición y digo esto, porque yo cuando era bastante más pequeño si ví auténticas corridas toristas en Jaén, con toreros acordes para ello.
Sánchez Vara tiene oficio, está acostumbrado a torear corridas duras y no me desagradó en absoluto. Yo diría que me gustó especialmente en banderillas, interpretando el tercio con pureza. Me dio pena Iván Fandiño, que para una vez que lo anuncian en el sur se topa con dos toros casi sin opciones y así poca cosa. Por cierto, es verdad eso de que siendo vasco tiene pellizco toreando, que conste en acta.
Y Javier González…me sigo preguntando a estas alturas si verdaderamente lo conocía González de Caldas al anunciarlo en los carteles. Era la tercera corrida que toreaba tras tomar la alternativa y anunciarlo en esa corrida era algo que nunca entenderé. Supo resolver las cosas en su primero, pero en cambio se las vio y se las entendió ante el sexto, que puso en evidencia que la corrida le venía muy grande. No obstante, no se amedrentó el de Alcalá la Real.
Otro de la tierra, David Valiente, novillero de Andújar, hizo honor a su apellido estando precisamente valeroso toda la tarde, y no se le puede discutir su disposición tras marcharse por tres veces a la puerta de toriles, cosa que precisamente se ha visto en demasía a lo largo de la feria y es por ello que me pregunto hasta donde puede llegar a compensar el marcharse a la puerta de toriles si lo que luego queda en la retina de los aficionados será el lance que uno dé con el capote con los pies bien clavados en el suelo y posteriormente la faena de muleta.
Esa misma tarde se anunciaba al novillero ecuatoriano Álvaro Samper, que para mi gusto podía haber dado más de lo que se le pudo ver. No puedo evitar volver a insistir en que esa tarde este novillero ecuatoriano estaba ocupando el puesto que la empresa debía haber dejado a cualquier otro novillero de la provincia, que por algo hay unos cuantos novilleros con caballos.
En rejones me volvió a gustar un año más Leonardo Hernández hijo, que creo es uno de los nuevos rejoneadores que más y más avanzan en ese escalafón. Camina de forma imparable entre los toreros a caballo.
Me alegró volver a ver a Álvaro Montes en Jaén, aunque lamenté que su clásico recibo con la garrocha al primero de su lote quedase algo deslucido por no acompañarle la embestida y movilidad de su toro. Mucha gente no sabía que estaba lesionado y que quiso estar presente en la Feria de Jaén precisamente por reencontrarse con el público de su ciudad en una tarde en que se despedía de los ruedos María Sara, y para mí, fue un error que eso tuviera lugar en Jaén. Considero que a María Sara lo que le correspondía verdaderamente era despedirse de los ruedos en algún coso importante de Francia y no en la Plaza de Jaén, porque su despedida careció del calor propio que una afición debe brindarle a alguien que ha caminado dignamente por el Planeta de los Toros.
Y ahora lo negativo.
Los aficionados, los de toda la vida, están cansados, aburridos y ciertamente desilusionados por esperar a octubre y encontrarse una feria de tercera en una plaza de segunda. Un ganado, el que se lidia en Jaén, que casi siempre resulta ser el residuo de lo que queda en el campo y aunque este año no ha sucedido gracias a Dios, es normal que en una corrida de feria acaben saltando al ruedo toros de hasta tres hierros distintos tal y como sucediera el pasado año.
Los precios se mantuvieron, pero seguiré diciendo que es una burrada cobrar un tendido a 50 euros en sus veinte filas, como es una burrada mayor si cabe hacer que un niño de apenas nueve años tenga que pagar ese mismo dinero si quiere ver la corrida acompañado del padre que lo ha llevado de la mano a la plaza. Lamento, y quizás sea el que más, que en las taquillas no hubiera tortas por sacarse el abono universitario, pero es que claro…¡si no se ha enterado ni perri que había un abono universitario!
El público de Jaén me preocupa y mucho. Sé de muchos aficionados de los de siempre, de los que saben de verdad ver toros que ya ni asoman por la plaza y muchos de ellos llevan ya casi un lustro sin renovar su abono, que esa es otra, no tengo cifras en las manos, pero la impresión me lleva a pensar que el número de abonados va en descenso.
Es notorio que a la gente en Jaén le gusta ir a los toros, pero como bien me decía un aficionado hace no mucho: Jaén no ha tenido jamás público ni para llenar un velatorio, así que si la plaza presenta una entrada medio decente es porque a la gente de los pueblos le da por acercarse a la capital a los toros. No existe otra explicación. Toreros como “El Fandi” o “El Cordobés” traen gente a la plaza y precisamente ese público ve a esos toreros junto a otros como “El Cid”, Alejandro Talavante o Matías Tejela por citar tres nombres y nos encontramos con que mucha gente acude a la plaza sin saber lo que va a ver, se sienta en un tendido sin saber lo que está viendo y sale camino de San Ildefonso o se baja a la Feria sin saber lo que ha visto en el ruedo. Y lo peor es que parece que por narices en una tarde de toros se tienen que cortar doce orejas y seis rabos, y si no es así, a voces con la presidencia del mismo modo en que se insulta a un árbitro en un partido de 2ª B: a lo bestia. Es la tristísima realidad y me duele muchísimo, pero yo no tengo la culpa.
Otra cosa que no quiero dejar pasar de cara a la empresa es la difusión de los carteles. ¿Dónde está el clásico coche de toda la vida anunciando los carteles? Sí, yo lo ví un día, pero únicamente un día.
Me da mucha pena lo del espectáculo cómico taurino: no se anunció cual era, apenas se difundió y al final, poquísima gente en la plaza, no como hace diez años, cuando el espectáculo cómico salvaba la feria en las taquillas. Y otra cosa que me da más pena si cabe es que la tradicional “novillada homenaje a la mujer jaenera” se haya perdido.
Era fabuloso ver que al menos media plaza se llenaba con la entrada gratuita de mujeres y niños, anunciándose en el cartel a los nuevos valores de la novillería jiennense. Pues eso, que me da mucha pena, más si cabe cuando ahora se cumplen los diez años de la Escuela Cultural de Tauromaquia de Jaén.
Y para terminar, tengo que acordarme del Ayuntamiento. La alcaldesa fue a los toros, sí. Fue a los toros un día, el 18, por cumplir (pienso yo) y lo hizo acompañándose de cuatro concejales. Se metieron cinco personas en el burladero del Ayuntamiento, que está habilitado para cuatro según reza un pequeñito indicador en el propio burladero y tras despachar “El Cordobés” el primero de la tarde se marcharon de la tarde demostrando el respeto que le tienen a quienes se juegan la vida en el ruedo y el respeto que sienten por la afición taurina de Jaén, o directamente por el pueblo jiennense.
Sinceramente, después de haber utilizado la ahora alcaldesa la Plaza de Toros de Jaén más de cuatro veces durante la pasada campaña electoral para llevar a cabo sus actividades lo mínimo que podía haber hecho ahora era pasarse toda las tardes de la Feria de San Lucas sentada en un tendido del Coso de La Alameda pues no es por nada, pero tal vez a estas alturas los jiennenses no disfruten de la cubierta que se merece porque la única cubierta que se ha visto últimamente por allí ha sido la carpa que su partido iba instalando cada dos por tres para sus cosillas.
Ahí quedan mis impresiones. La temporada ha terminado y ahora toca esperar pero también reflexionar.