
Plaza de toros de Jaén. Coso de La Alameda
Novillada en clase práctica del V Certamen Manuel Díaz Meco.
Tarde muy desapacible. Se lidiaron cuatro erales y dos añojos (5º y 6º) de la ganadería de Martín Campos,siendo premiados con la vuelta al ruedo el 2º “Conejito-34” y 5º “Polvorito-16”
MARCOS ADAME | Azul pavo y oro | Ovación |
ALFONSO MORALES |
Blanco y plata con cabos negros
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Oreja |
DAVID MORAL «MORALEÑO» | Catafalco y oro | Oreja |
EMILIO ESPIGARES | Tabaco y oro | Dos orejas |
ÁNGEL MORENO | Verde hoja y oro | Oreja |
PABLO TORRES | Blanco y oro | Dos orejas |
Tenía todo el tendido 5 para ella. Lo subía, lo bajaba. Se sentaba detrás del lugar reservado a clarineros y timbaleros. Bebía compulsivamente latas de cerveza Mahou que no se sabe bien de dónde las sacaba y fumaba más que un indio cabreado. Se pegaba paseo por el pasillo que delimita las filas 10 y 11 del tendido y no paraba de bailar. Igual lo hacía cuando le estaban tocando “Nerva” a Moraleño, cuando sonaba “Agüero” en una vuelta al ruedo o cuando la banda interpretó un pasodoble que se llama “Coso de San Benito”(dedicado a la plaza de toros de Soria, no a la del pueblo jiennense de Castellar, que se llama igual) y se venía arriba del todo por los aires de fan farria que despreden los acordes del pasodoble.
Llevaba en lo alto una cogorza monumental. Un marchón impresionante y nos tuvo en vilo a unos cuantos durante casi toda la tarde, pendientes de si se caía tendido abajo como una vez le sucedió en Jaén al famoso capitalista Abelardo.
Mientras los novilleros hacían lo imposible por torear bajo la lluvia, una mujer no paraba de bailar en el tendido 5, bajo un diluvio en una clase práctica donde las puertas de la plaza de toros se abren y a veces se cuelan majaretas que acaban siendo quienes triunfan en la tarde por lo bien que se lo pasan.
Fue una escena más dentro de uno de los festejos taurinos más raros que se han vivido en Jaén en los últimos años: con treinta y seis grados en el termómetro, un aire caliente que iba y venía quemándonos, un cielo encapotado que lanzaba estruendosos relámpagos y por el que a veces se colaba el sol para picarnos con mucha malicia, y una lluvia constante que se transformó en una tormenta importante para recordarnos que aquí en Jaén llueve con muy malas intenciones cuando se dan festejos taurinos.
La Escuela de Jaén celebraba la quinta edición de su Certamen Manuel Díaz Meco y el tormentón se cargó totalmente un festejo que no se suspendió, sino que se echó para adelante y sometió a una durísima prueba a quienes quieren ser toreros. El piso de plaza cuando saltó el sexto de la tarde se encontraba convertido en un auténtico barrizal en medio de nueve grandes charcos por dónde a lo largo de la tarde fueron naufragando las ilusiones de todos: la propia Escuela en su organización, los novilleros actuantes, las cuadrillas que les acompañaban, el ganadero y todos los aficionados que se dieron cita para vivir una tarde de toros con el deseo de apoyar a los que empiezan.
Cuesta un mundo sacar adelante un festejo para que luego las circunstancias se vuelvan adversas para torear en el ruedo y disfrutar desde el tendido. Acabaron patinando por momentos las reses y los toreros,y se toreó con el ruedo convertido en un pantano recordándonos al inicio de la versión de la película “Currito de la Cruz” en la que Pepín Martín Vázquez torea en un río y Gazuza – Toni Leblanc- le grita ¡Viva el toreo acuático!
Encabezaba el cartel el catalán Marcos Adame que basó su faena mayoritariamente por el pitón derecho a un novillo protestón, que se quedaba muy encima del novillero catalán el cual tuvo la virtud de darle tiempo entre muletazo y muletazo para poder construir su faena. Pinchó y fue ovacionado.
El jiennense Alfonso Morales demostró que está muy puesto, e incluso preparado para compromisos mayores. Con mucho sitio, oficio, empaque en su toreo, capacidad resolutiva, repertorio y lo más importante: profundidad en su toreo. Por ambas manos, dejó muletazos de mucha calidad. Fue premiado con una oreja, podía haber sido un premio mayor si la espada hubiera estado mejor colocada en los dos primeros intentos. A su novillo se le premió con la vuelta al ruedo.
Otro jiennense de la capital, Moraleño, actuó en tercer lugar. Recibió con una larga cambiada para luego intentar estirarse a la verónica sin terminar de lograrlo. En el quite de su compañero el novillo se guarreó demasiado y eso condicionó la lidia posterior. Sorprendió a todos queriendo iniciar la faena de muleta toreando sentado en una silla a un novillo que francamente no estaba para eso, pero lo hizo y ha conseguido entrar en la historia de la plaza de toros de Jaén precisamente por este motivo: es la primera vez en lo que llevamos del Siglo XXI que alguien inicia una faena toreando sentado en una silla como nos recuerdan las viejas imágenes del toreo en blanco y negro, que es a lo que nos recuerda precisamente el toreo de Moraleño porque además lucía una chaquetilla sin alamares como las que vestía Granero, y eso le más todavía un aire añejo.
Hubo algunas tandas meritorias ante un novillo bastante desentendido y suelto. Le concedieron una oreja.
Otro alumno de la Escuela de Jaén, Emilio Espigares, actuó en cuarto lugar. Novillero granadino que acabó saliendo por la puerta grande tras cortar dos orejas y que está muy nuevo. Aún así anduvo con mucha disposición y destacó toreando al natural.
También alumno de la Escuela de Jaén, jiennense de Burunchel y vistiendo por primera vez de luces, Ángel Moreno. Este era su segundo paseíllo y lidió un añojo. Con el ruedo totalmente encharcado, bastante tuvo con querer torear teniendo todo a la contra. Cortó una oreja.
Y cerró el festejo el valenciano Pablo Torres, que se fue a la puerta de chiqueros a recibir también un añojo y que gustó por sus buenas maneras. También cortó dos orejas.
Así terminó una tarde que inició con el emotivo recuerdo a quien fuera torilero en los festejos de la Escuela Taurina de Jaén “El Patillas” y la entrañable ovación a Don Manuel Díaz Meco, en cuyo honor se realiza este certamen.
Un festejo con más abanicos que paraguas, resbalones en el ruedo, carreras por los tendidos buscando refugiarse del agua, trajes de luces embadurnados de barro y solidaridad a las puertas de la plaza con la recogida de alimentos a favor de los más necesitados, algo que nos vuelve a demostrar la solidaridad del toreo. Y una tarde en la que hay que aplaudir la actitud de los novilleros y las cuadrillas que previo al festejo acudieron a la Iglesia de San Bartolomé para implorar su protección al Cristo de la Expiración. Pero eso merece ser contado aparte.