Plaza de toros de Úbeda. Coso de San Nicasio.
Lleno de «No hay billetes»
Tres toros de Jandilla (1º, 2º y 6º) y tres de Juan Pedro Domecq (3º,4º y 5º)
ENRIQUE PONCE | Grana y oro | Dos orejas y Ovación de despedida |
CURRO DÍAZ | Verde botella y oro | Dos orejas y oreja |
ROCA REY | Rosa palo y oro con cabos negros | Dos orejas y dos orejas y rabo |
En el centro del ruedo Enrique Ponce recogía una ovación casi eterna. Rotunda y sincera. La plaza de toros de Úbeda, puesta en pie, le decía adiós y en ese adiós era toda la afición de la provincia de Jaén la que reconocía al torero que siendo niño vino a estas tierras para quedarse para siempre. Aquel pequeño torero valenciano que vistió de luces por primera vez en Baeza y en Úbeda casi cuatro décadas después cerraba una vida entera convertido ya en una leyenda del toreo ante los ojos de los jiennenses.
Esos mismos ojos en los que brotaron más de una lágrima de una emoción que no podía contenerse. La de aficionados que lo vieron, lo siguieron, recorrieron kilómetros por su toreo y ayer quisieron despedirlo. Aquellos partidarios de Ponce que en esta tierra le rinden fidelidad. Una pancarta en el paseíllo y su última vuelta al ruedo, portada por sus acérrimos seguidores de Jaén capital, emergía en el tendido 3 de la plaza de Úbeda al igual que lo ha hecho en otras plazas de España y Francia esta temporada: Ponce = Dios.
Pero Ponce no pudo hacer un milagro con su último toro lidiado en nuestra provincia. En la faena de muleta, prácticamente ya desde la primera tanda el toro de Juan Pedro Domecq perdía constantemente las manos. Y cada vez que Ponce lo intentaba la debilidad del toro impedía que aquello tuviera continuidad. No hubo forma y fue una verdadera pena.
Afortunadamente con el que abrió plaza, del hierro titular de Jandilla – la corrida se remendó con tres toros de Juan Pedro Domecq- Enrique Ponce pudo desplegar su tauromaquia. Una faena con mucho son, toreando a media altura, por ambos pitones y con muletazos de mucha expresión por parte de Enrique Ponce, dándole siempre la medida justa pero intensa a cada tanda.Lo mejor fue por el derecho. Mató de una estocada caída, pero fulminante y el público pidió con insistencia los trofeos que fueron concedidos por el palco y que posibilitaron esa última puerta grande de Ponce en su tierra de adopción.
La tarde tuvo a partir de ahí un tono triunfal. Hasta ocho orejas y un rabo llegaron a concederse en un festejo donde las espadas estuvieron muy certeras – otra cosa es la colocación de las mismas- y el juego del ganado condicionó sin duda el ritmo de la tarde. Un abismo entre los toros de Jandilla y los de Juan Pedro Domecq.
Curro Díaz reeditó su triunfo de hace un año en esa misma plaza. Al término del paseíllo recogió el Trofeo “Lagartijo” como triunfador de la pasada feria de San Miguel. Minutos más tarde volvería a rubricar con su muleta el grandioso toreo que aguarda.
Tras brindar a Enrique Ponce, Curro Díaz se arrebató toreando. En el propio centro del ruedo le enjaretó varios muletazos al natural de una calidad enorme. Después llegaron unos derechazos soberbios, desmayando el muletazo. Faenón que fue rubricado con un estoconazo.
Y en el segundo de su lote, Curro Díaz protagonizó una faena de mucha importancia que va a quedar en el recuerdo de quienes lo vimos: parecía imposible torear así a un toro tan mansurrón como el que saltó en quinto lugar. Un jabonero sucio cariavacado manso a más no poder, por el que nadie hubiera apostado. Con su toreo poderoso le sacó una faena a un toro que no la tenía y logró torearlo como si el animal fuera bueno. Le cortó una oreja que tiene muchísima consideración.
Y Roca Rey volvió loco al tendido. Cuatro orejas y rabo en su esportón, máximo triunfador del festejo en el cómputo final. Sacó todo su variado repertorio y se pegó dos arrimones en ambos toros. En el primero, bajo los compases de un pasodoble bellísimo del compositor ubetense Cristóbal López Gándara que lleva por título “¡Más de Úbeda que un ochío!” que le dio épica a la faena. En su segundo, un toro noble y notable de Jandilla con el que Roca Rey apostó por su toreó de cercanías, dejándose los pitones puntear el bordado de la taleguilla.
La puerta grande de la terna puso el punto final a una corrida que consiguió colgar en Úbeda el cartel de “No hay billetes”. Lo vivido en Úbeda, intenso y emocionante, con la plaza abarrotada vuelve a situar esta plaza en la provincia como el escenario de las grandes citas.
Una corrida que empezó con media hora de retraso dada la aglomeración de gente, con colas que daban la vuelta a la plaza de toros y casi se solapaban la una con la otra.