Por José Luis Trujillo del Real
La muy interesante novillada de El Parralejo, que lucía divisa negra por el fallecimiento de su titular José Moya Sanabria a primeros de este año, posibilitó que la terna novilleros, la cual se presentaban en Sevilla dejaran sobre el albero sus conceptos.
Manolo Vázquez, lucía en el paseíllo un precioso – y antiguo- capote de paseo con la imagen del Señor que nos trajo el recuerdo de aquella décima de Caro Romero dedicada al Brujo de San Bernardo en la tarde de su despedida: “El Gran Poder da poder, da gracia la Maestranza…” que acercaba al coso del Baratillo esta devoción familiar tan ligada al novillero de dinastía en su debut de luces en Sevilla.
La tarde, que empezó ventosa y desapacible, apenas permitió ver las formas de Manolo Vázquez, de purísima y oro, ante el interesante primero en el que a pesar de ello dejó detalles al natural, y aunque no debemos de olvidar su quite a pies juntos al tercer novillo, fue sin duda en su segundo cuando disfrutamos más de su impronta, en la que, como alguien susurró por detrás nuestra, se acercaba más al concepto de su tío Pepe Luis Vázquez Silva tan marcado por la naturalidad,en su toreo; al natural, cargado de detalles y matices mientras la banda –vaya la tarde del director de la banda- interpretaba el pasodoble ¡Viva Manolo Vázquez! dedicado a su abuelo, para la última rama del frondoso árbol de los Vázquez de San Bernardo. Lástima que el fallo a espadas y el puntillero se llevaran por delante la posibilidad de un triunfo que hubiera tenido mucho sabor. Manolo Vázquez apunta esas maneras del gusto de Sevilla, pero debe de seguir creciendo en ese camino marcado por la naturalidad y por supuesto trabajando la espada., que es la que da la gloria.
González Écija fue el último torero que lidió una res en la Maestranza, antes de que la pandemia cambiara nuestras vidas. El astigitano dejó su impronta en ambos novillos, pero sobre todo en su segundo en el que destacaron varias series por la mano derecha. El fallo a espadas privó de trofeos su labor, pero es un novillero por el que hay que seguir apostando y saberlo esperar.
Cerraba la terna, Manuel Perera, triunfador de la tarde, que si algo nos dejó claro que tiene ganas de ser torero, congeniando con el público desde que se hincó de rodillas en el tercio para darle dos largas. En la faena de muleta, llevó la emoción en una faena de cercanías, que tuvo repercusión en los tendidos, aunque no para el director de la banda. Remató la faena con una media estocada paseando una oreja. La actitud del novillero no mermó en el sexto, de nombre Bético, un nombre tan ligado a Pepe Moya Sanabria y a su familia, recibiendo al novillo a portagayola y con un recibo variado con el capote. Inició la faena, previamente brindada a Paco Ojeda, de rodillas, sufriendo ya en pie una aparatosa y fea voltereta de la que se levantó sin mirarse. La faena que fue a menos, la remató con una estocada fulminante, que le valió pasear una nueva oreja y salir a hombros de la plaza. Manuel Perera tiene hambre de ser torero, y está claro que no hay adversidad que lo frene.
Foto: Arjona