OBITUARIO
Don Eduardo Ortega Anguita
Ayer, a la edad de 92 años, falleció en nuestra ciudad un jienense ilustre, una institución que lo fue durante muchos años en la vida de Jaén a través de los cargos de responsabilidad que ocupó, en todos los cuales volcó el entusiasmo por su tierra y su vocación de servicio. En los últimos años, jubilado y apartado oficialmente de toda actividad, no había perdido su interés por los temas jienenses.
Era un hombre muy querido y respetado, y un profesional de una gran solvencia, de hecho siempre se le ha considerado como uno de los grandes abogados de con que ha contado Jaén. En el recuerdo quedan actuaciones tan destacadas como las que tuvo en la vista oral del «caso Uteco», donde intervenía junto a otros primeros espadas de proyección nacional.
Por encima de todas las cosas: abogado. Así era y así se sentía don Eduardo Ortega Anguita, un referente indiscutible del ejercicio profesional de la abogacía, al que se dedicó en cuerpo y alma durante toda una vida desde que se colegiase en 1944, siendo hasta la fecha el abogado más veterano de Jaén.
A primera hora de la mañana de ayer nos decía adiós quien ha sido maestro de maestros de muchos abogados jienenses. Él puso la primera piedra de un despacho profesional que alcanza ya la tercera generación (hijo y nieto abogados) y a su alrededor se han formado no pocos letrados que aprendieron de él un estilo y una forma de sentir la profesión. No hay duda que creó escuela a la hora de defender los intereses de sus clientes en los juzgados. Hasta casi el último momento su aliento no ha faltado en el despacho que él creó y en el que ha dado todo desde el punto de vista profesional.
Fue alcalde de Jaén en 1964. También Delegado provincial de Eduación y Ciencia. Tuvo otros importantes cargos, pero sin duda fueron éstos los de mayor repercusión pública. Como alcalde en los años en que estuvo al frente de los destinos de la ciudad, realizó una gran labor y se le recuerda como un político afable y muy preocupado por la prosperidad de su pueblo. También al frente de la Delegación Provincial de Educación y Ciencia se le reconocen sus servicios, ya que entre otras cosas se ocupó de fomentar las nuevas construcciones, siendo así que en Jaén y la provincia se ejecutaron importantes obras.
Y desde luego se implicó tanto en el mundo de la abogacía que fue durante una brillante etapa Decano del Colegio de Abogados de Jaén, distinguiéndole el propio Colegio hace pocos años con la Medalla al Mérito Colegial, su máximo galardón. Igualmente fue distinguido con la Encomienda de Alfonso X El Sabio, la Gran Cruz de 1ª Clase de San Raimundo de Peñafort, y el Consejo General de Colegios de la Abogacía quiso reconocer su trayectoria y entrega al servicio de la actividad profesional.
Enamorado de Jaén, se le podía reconocer frecuentemente dando largos paseos por las calles de nuestra ciudad. Hasta hace relativamente poco tiempo le veíamos recorrer el casco antiguo con su caminar pausado y recreándose, como gustaba hacer, en los rincones más emblemáticos de nuestra capital.
También era don Eduardo un gran aficionados a los toros, asiduo del Coso de La Alameda, donde precisamente al cabo de los años alguien con su mismo nombre y apellidos, sangre de su sangre, hiciera el paseíllo vestido de luces: su nieto Eduardo, hasta la fecha el último novillero con picadores que ha dado Jaén. Hoy día, retirado de los ruedos, ha seguido la estela de us abuelo, dedicándose al ejercicio profesional de la abogacía, junto a Diego Ortega, su padre y también gran abogado.
El funeral tendrá lugar a las 11 de esta mañana en el Tanatorio San José, hasta donde llegaron durante todo el día de ayer numerosas muestras de pésame por la pérdida de este gran jienense. Enviamos nuestro más sincero pésame a sus familiares. Descanse en paz.
Publicado hoy en Viva Jaén