Hace unos días fue la feria de Porcuna y no hubo toros. La crisis como todos sabemos está afectando de lleno a todos los sectores de la sociedad y lógicamente el sector taurino también ha sido arreado por la crisis, de ahí que muchos pueblos se estén quedando sin toros por aquello de dar prioridad a otras necesidades.
En Porcuna precisamente se han quedado sin toros por esto mismo, por destinar el dinero público a cosas más necesarias.
Y en Porcuna, que yo lo sé, hay buena afición a los toros. Es un pueblo que no he frecuentado mucho pero invitaciones no me faltan para parar por allí dado los buenos amigos que tengo.
Salva, quien fuera compañero de clase en el colegio, junto a su hermano Diego y su padre Paco, grandes aficionados al rejoneo, seguidores acérrimos de Álvaro Montes.
Miguel y Enrique, «los mellizos» de mi carrera. Dos tipos tan diferentes como pintorescos, pero increíblemente geniales y humanos. Todavía recuerdo una tarde de toros compartida con Miguel el pasado San Lucas y al terminar, ir a por el coche y sacar del maletero tres conejos que me regaló a cambio de haberle invitado a los toros.
Jesús Máximo, Rafa y Rosa. Los tres estudian en Sevilla. Telecomunicaciones, Empresariales y Farmacia respectivamente y a los tres los conocí en Sevilla allá por noviembre con motivo del I Seminario de Tauromaquia, Información y Nuevas Tecnologías de la Cátedra Ignacio Sánchez Mejías de la Universidad de Sevilla.
Gente estupenda de verdad, y con una afición enorme. A servidor lo trataron allí de categoría aquellos días.
De los tres quien más me impactó sin lugar a dudas fue Rosa y es que no es por nada pero a mí se me hace complicado encontrarme a una chavala que le gusten los toros y la caza y a la vez que esa afición sea enorme. Caso de esta chica.
Tiene una visión de la vida similar a la mía. Tiene más valor para ella pegarse un madrugón un sábado para meterse en el campo con los perros con la escopeta al hombro en lugar de estar de fiesta hasta las tantas en una discoteca.
Tiene una visión de la vida similar a la mía. Tiene más valor para ella pegarse un madrugón un sábado para meterse en el campo con los perros con la escopeta al hombro en lugar de estar de fiesta hasta las tantas en una discoteca.
Pasarse las tardes y las madrugadas leyendo libros de toros en lugar de ver la televisión o ahorrar dinero para ir a La Maestranza.
Su afición al toro ha ido en aumento y procura no perderse cualquier acto cultural taurino con el que seguir alimentando su afición y como lo que más le gusta es el campo, sea como decía antes tirando a una perdiz, subida en lo alto de un caballo paseando por la campiña, ahora ha tenido la oportunidad de vivir intensamente el campo bravo de Jaén.
Ha tenido el inmenso privilegio de sentir de cerca el día a día de una ganadería de bravo, una ocasión que se le ha presentado en «El Añadío», ganadería puro Santa Coloma que pasta en tierras de Vilches. Su propietaria, María Jesús Gualda le ha abierto las puertas de su casa y ella se ha metido de lleno a colaborar en las faenas camperas.
Y como colofón a todo ello Rosa no ha querido dejar pasar la oportunidad de ponerse delante. Una sensación única que todo aficionado debe sentir al menos una vez en la vida.
Se ha puesto delante no una, sino varias veces y viendo las imágenes yo me quito el sombrero porque cualquiera no se pone así como así ante los pitones de una becerra.
Sé que se ha enganchado más aún. La sensación es emocionante y una vez que lo ha probado, le ha gustado y quiere repetir siempre que le sea posible.
Ella ha cumplido su ilusión de darle un derechazo, un natural, un pase de pecho a una vaca en el campo. Ha cumplido su ilusión por torear.
Espero que pronto tengamos la oportunidad compartir un mano a mano en cualquier rincón del campo bravo de nuestra tierra. A mí me haría ilusión y sé que a ella también.
Rosa es de esas personas que merecen la pena en esta vida.