A pie por la puerta grande.
Plaza de toros de Valdepeñas de Jaén. Plaza portátil.
Menos de media plaza.
5 Toros de Los Derramaderos, nobles en general, justos de fuerza, especialmente el cuarto.
–Víctor Gonçalves (Rejoneador portugués) Una oreja.
–Martín Pareja Obregón (Butano y azabache) Dos orejas y palmas.
–Miguelín Murillo (Azul noche y oro) Dos orejas y dos orejas.
La Fiesta de los Toros en su estado más puro es la que se puede ver y vivir en los pueblos, en esos pueblos que para darle más categoría a las fiestas deciden montar un festejo taurino, cosa que en los tiempos que correnes algo para pensárselo.
Y en Valdepeñas de Jaén tuvieron toros. Un espectáculo cómico-taurino-musical, una suelta de reses y una corrida de toros mixta. En este último festejo tomaron parte un rejoneador portugués, un cavaleiro totalmente desconocido por quien esto escribe, un matador de toros que ha regresado a los ruedos vestido de luces y un joven matador de toros que anda luchando por abrirse paso en esto.
Del rejoneador Víctor Gonçalves se puede decir que el hombre anduvo voluntarioso, practicando el toreo a caballo más clásico. Por aquello de no matar en Portugal los toros a la hora de clavar el rejón de muerte no se mostró muy eficaz y su labor quedó únicamente resumida en una oreja.
Pareja Obregón ha vuelto a los ruedos y volvía a vestirse de luces en la provincia de Jaén después de muchos años.Ponerse delante de un toro, además de ser una cosa muy arriesgada requiere de una seriedad tremenda y este torero sevillano mostró el sábado que no vuelve a los ruedos de comparsa.
Con gusto en el capote, variado con el mismo, toda la tarde se mostró serio y entregado. Templados muletazos por ambos pitones a un toro, el primero de su lote, que le permitió hacer el toreo y disfrutar, todo lo contario al otro de su lote que de fuerzas andaba nulo y apenas tomada la muleta dobló las manos y se echó sobre el albero ante la protesta del público. Inédito pues en la muleta y podría decirse que prácticamente fue testimonial la presencia de ese toro en el ruedo.
El otro espada del cartel era el extremeño Miguelín Murillo. Con las ganas propias de quien quiere hacerse un hueco en el escalafón superior se llevó toda la tarde derrochando ganas y disposición, tirando de un repertorio variado y aprovechando lo máximo posible las buenas calidades del lote que en suerte le tocó. Los momentos más intensos llegaron con las banderillas que dicho sea de paso en festejos como estos son lo que más llega al tendido. Por cierto, tanto el tercio de banderillas del tercero como la faena del mismo tuvieron lugar bajo los compases de «La morena de mi copla» que para bailar en una verbena o para pasar el pandero en un parche está muy bien, pero no es lo más apropiado para acompañar la lidia de un toro. Digo yo.
Y como reza el título de esta crónica finalmente los dos matadores salieron a pie por la puerta grande a falta de alguien que tuviera a bien izarlos a hombros, cosa que por desgracia he visto en más de una ocasión.