Ayer en Baeza.
Estuve ayer en Baeza viendo la novillada y salí de allí con el cuerpo cortado, al igual que le ocurriría a todo el mundo.
Tenemos por asumido que el riesgo en el ruedo se traduce en ver a un hombre vestido de luces colgando de un pitón. Esto es, por un error en la lidia o por la peligrosidad de la res, pero no es cosa normal lo que ayer se pudo ver en Baeza.
Si bien casi todos los novilleros que tomaron parte en el festejo «cobraron» e incluso algún que otro banderillero, como por ejemplo Manuel Morales, precisamente de aquí de Jaén, quien en el embroque fue alcanzado y el novillo en el derrote le echó la cara arriba alcanzándolo precisamente en la cara, lo que ayer ocurrió en el último fue lo más trágico que yo he visto desde que hace ya casi nueve años un novillo de Enrique Ponce, manso como no he visto ninguno más, dejáse inconsciente sobre el albero al banderillero de Linares Alfredo González. Lo más dramático que se ha vivido hasta el día de hoy en la Plaza de Jaén.
Sucedió que al salir el sexto fue llamado desde el burladero que se encuentra junto a los toriles con tan mala fortuna que al acercase el eral echó medio cuerpo hacia adelante alcanzando de lleno al banderillero de Algeciras Víctor Nieto, dándole con la testuz o la pala del pitón en la cara, cayendo este totalmente inconsciente, permaneciendo inmóvil dentro del burladero sólo que tirado en el suelo. Una imagen difícil de describir por lo inusual.
El impacto fue brutal y según me han dicho las imágenes por televisión fueron impresionantes. La situación era terrible y el pánico, la impresión, cundió en la plaza entera. Ver a un hombre, a un torero tirado en el suelo, inmóvil dentro de un burladero, la res deambulando por el ruedo sin atender a los cites, el personal intentando socorrer al banderillero…Creo que incluso hubo personas que saltaron del tendido al callejón para poder llevárselo. Horroroso.
Al final Víctor Nieto recuperó el conocimiento en la enfermería y la cosa no pasó a mayores, pero verdaderamente lo de ayer pudo ser una tragedia muy grande.
Todo esto viene a decir que efectivamente no hay enemigo pequeño y que en el toreo el riesgo está presente en todo momento. Incluso resguardado y protegido en el interior de un burladero.