Por el Día del Libro.
Dicen mis amigos que para mi cumpleaños me van a regalar un kiosko y lo dicen porque siempre que entramos a un bar a tomar algo de lo primero que hago es coger el periódico del día. A falta del periódico del día me leo el del día anterior o incluso, si hay ocasión, de un tirón me leo todos los periódicos de la semana. O las revistas. O el «Siempre a mano»…
El caso es que me gusta leer y no desaprovecho ocasión para ello. Desde que aprendí a leer siendo pequeño devoraba en casa el «Aplausos» cada vez que mi padre lo traía a casa. Al poco descubrí tres libros que mi padre tenía en la estantería del salón. Estos tres libros me marcaron muchísimo a mi corta edad.
Los tres correspondían a la colección taurina que por los ochenta editó Espasa Calpe.Uno era «Nacido para morir» que, escrito mano a mano entre José Carlos Arévalo y José Antonio del Moral, trazaba la vida de Francisco Rivera «Paquirri» hasta su muerte en Pozoblanco. Otro libro era el que escibió Francisco Narbona, el padre de la ministra que quería cargarse la Fiesta, y que rendía homenaje a la figura de «Manolete». Ambos libros me impactaron puesto que relataban y retrataban la vida de dos toreros que en dos épocas distintas marcaron un tiempo en la Tauromaquia y que acabaron finalmente perdiendo su vida en el ruedo.
El otro libro era «El Toro Bravo» .Escrito por D.Álvaro Domecq y Díez, me lo regaló mi abuelo a los tres años con el deseo de ser ese el primero de mi particular biblioteca taurina.
Sin saberlo, con sus palabras mi abuelo puso la primera piedra de lo que para mí es una de mis debilidades, para mi padre una sorpresa contínua y para mi madre un cabreo constante.
Si mi abuelo quería que su nieto prosiguiera con su afición a la lectura taurina, desde luego lo ha conseguido de sobra. Ayer, siendo «Día del Libro» uno tiene por costumbre hacerse con un libro, lógicamente de toros. En esta ocasión el que acabó en mis manos fue «Del toreo a la bravura» que escrito por el ganadero Juan Pedro Domecq, ha salido a la calle esta misma semana.
Su lectura tendrá que esperar, pues se me acumulan los libros y cada uno, con su indudable interés para mí, guarda en algún caso alguna historia particular. Que en estos días contaré…