Por favor, que cubran la plaza de una vez.
Jaén. Sábado 28 de febrero. Festival contra el Cáncer. Más de media plaza.
Novillos de Daniel Ruiz (2º bis), flojos en conjunto. El 4º complicado.
El rejoneador jiennense Álvaro Montes, oreja.
Enrique Ponce, oreja.
El Cid, oreja tras aviso.
José María Manzanares, oreja tras aviso.
Morenito de Aranda, oreja.
El novillero Luis Miguel Casares, dos orejas tras aviso.
¿Dónde está «Espartaco» que no lo veo? Esa era la pregunta que se hacía el que estaba sentado a mi izquierda, al igual que una señora en la fila de encima y un hombre mayor que se encontraba algo por debajo de mí. No acertaban a encontrar al torero de Espartinas en el paseíllo y es que «Espartaco» no toreó en Jaén y antes del festejo esta modificación no fue debidamente comunicada. Mal hecho. Creo que tampoco más de la mitad de la plaza sabía que las reses no serían de «El Ventorrillo», como se anunciaba en los carteles, sino de Daniel Ruiz. ¡Estos fallos no se pueden cometer!
Y de verdad, lo que tampoco puede ser es que en Jaén sigamos viendo toros paraguas en mano. Toda la semana con buen tiempo, dejando incluso el abrigo en el perchero, aguardando a disfrutar el sábado de una tarde de toros y te encuentras nuevamente con una tarde de toros pasada por agua. Esto tiene muy mala sombra y además con un frío tal que hasta los pingüinos andarían pidiendo Frenadol si fueran a los toros.
Sustituía a «Espartaco» un torero de Burgos, «Morenito de Aranda», al que ya vimos de novillero en esta plaza años atrás. Gustó este torero castellano por su toreo de capa, muy variado en su repertorio y una posterior faena de muleta de mucha clase, muchísima, si bien a mitad de la misma el novillo empezó a apagarse y aquello bajo en intensidad. Sea como fuere, lo que hizo este torero resultó interesante y vino a mostrar una vez más que en el escalafón hay nombres de toreros que deben figurar más en los carteles e incluso pueden ser toreros de ferias.
«El Cid» también fue otro de los destacados, encontrándose con el animal que más peleó en varas, al que tiempo después pudo firmarle bellos muletazos con la izquierda. El de Salteras hace ya tiempo que pasó a ser un torero querido en esta tierra y la plaza de Jaén se le da bien.
Triunfador numérico fue el novillero Luis Miguel Casares. Su labor en la plaza tuvo mucho de todo: estaticismo, firmeza, poder y una cosa que me llamó mucho la atención como fue el llegar a dar tres tandas, en tres ocasiones distintas, de circulares invertidos. Me quedé con la impresión de que quizás le falte un punto de ambición.
A Ponce le echaron el suyo al corral motivado por el común denominador de la tarde: la falta evidente de fuerzas en las reses. Al echarle el capote y embarcar la embestida, las reses acababan o bien perdiendo las manos, o bien dando volteretas de esas que tanto jalean los que van por primera vez a los toros. No recuerdo un festejo taurino con tanto bicho dando volteretas.
Lo que hizo Ponce con el sobrero fue llevarlo muy suavecito, sin tirones, no bajándole la mano más allá de lo necesario pues sino aquello se desplomaba, y así intentar sacar algo. Aquello no daba para más.
Manzanares topó con el más complicado de toda la tarde. Fue cogido en dos ocasiones, pero precisamente en la primera, de forma muy fea, pareciendo que aquello podía tener consecuencias graves, fatales. El desconcierto se formó en el ruedo porque como digo, fue cogido de mala manera y todos a una, saltaron las cuadrillas al quite. Como de lejos se veía al de Alicante mostrarse más que dolorido, llegando a ser izado por sus compañeros en un intento de encaminarlo a la enfermería, aquello francamente hizo que pensar a toda la plaza. Finalmente se quedó en el ruedo y continuó con la lidia hasta darle muerte. Raza y voluntad en la cara del novillo, poco más pudo hacer. Es la segunda ocasión que torea aquí, precisamente de corto, y parece que aquí se le resiste redondear sus actuaciones, o más bien dar con un animal que le permita disfrutar toreando.
Álvaro Montes como es normal contó con el favor, ánimo y aplauso constante de la gente de aquí, que por algo es el torero de la tierra. En esta ocasión no recibió a punta de garrocha al primero de la tarde, pero si que desplegó un buen aire a caballo, haciendo mostrar su total compenetración con sus caballos en la cara, su efectivad con los rejones de castigo y su espectacularidad en las cortas al violín. Sinceramente, para mí, se eternizó en banderillas andando de aquí para allá por el ruedo. Tuvo una actuación más que digna.