Jaén Taurino

El Planeta de los Toros desde Jaén

José Luis Marín Weil

Jugar al toro

Por José Luis Marín Weil

 

Bajábamos hablando de toros – evidentemente- Javi Ratia, Ángel Durán y yo. De pronto vimos como un hermano estaba toreando al otro con un chaquetón rojo, y nos quedamos un rato contemplándolos y jaleando cada uno de aquellos lances con un bieeeen que se oía al unísono.

Aquello sucedió ayer, en plena calle Bernabé Soriano. A altura de la entrada de la Real Sociedad Económica de Amigos del País.

La imagen nos retrotrajo a los tres a nuestra infancia. Por entonces no nos conocíamos, pero lo cierto es que de niños los tres jugamos al toro en la calle. Era normal. Yo crecí jugando al toro a diario en mi calle y en mi casa. Los Reyes Magos algún año dejaron en casa el disfraz de un traje de luces grana y oro.

Ahora los niños se juntan a jugar con los móviles y los videojuegos, pero no se miran los unos a los otros porque no despegan la vista de la pantalla.

Ver a dos niños jugando al toro en una de las calles emblemáticas de Jaén nos sacó una sonrisa. Y nos hizo ilusionarnos.

Hace unos días leía en ABC un bonito reportaje firmado por Charo Pérez. En su pueblo natal – Esparragosa de Lares- en la provincia de Badajoz han creado el primer parque infantil taurino de España. Un espacio que cuenta con burladeros, talanqueras y chiqueros para que los niños jueguen al toro con el mayor realismo posible. Al parecer ha sido un revulsivo y jugar al toro allí ahora está de moda, y a los niños les han traído los Reyes Magos capotes, muletas y carretones para embestir.

Sé que hoy día todavía se vé jugar al toro con facilidad en aquellos lugares donde se vive el toro de calle. Yo mismo lo he visto en Coria y en Beas de Segura con mis propios ojos. Y sinceramente, uno no puede evitar reírse a ver a un niño corriendo con unos pitones entre sus manos y un cencerro colgando del cuello persiguiendo a sus amigos.

Ayer precisamente, ordenando la casa, mi madre sacó de un armario unos pitones de plástico. Me dijo si se podían tirar a la basura…En mi casa siguen. Quiero pensar que dentro de unos años algunos niños volverán a jugar al toro con ellos.

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