Jaén Taurino

El Planeta de los Toros desde Jaén

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Despropósito

 

Salvador Santoro  (Columnista taurino)

La edición 2010, por desgracia, marcará un antes y un después – taurinamente hablando – en la Real Feria de San Agustín de Linares. Había nacido ya “gafada” y puede sentar un peligroso precedente, al suprimirse una corrida de a pie, quedando el ciclo reducido a dos de lidia ordinaria, un festejo de rejones y el sempiterno (pero conveniente) espectáculo cómico-taurino-musical. La empresa, Funciones Taurinas (dirigida por Antonio García Jiménez, “Toño Matilla”), no hizo la presentación oficial de los carteles en acto público como venía siendo costumbre. Quizá, reservaba el trueno “gordo” para la salida de la cartelería en la que – en una primera tirada – no figuraba la lista de precios (carísimos y con subida) de las localidades. Tampoco, cuando se abrieron las taquillas el 19 de agosto, estaba expuesto el correspondiente importe. Sin duda, falta de respeto a un público, hasta ahora fiel y sumiso, que este año – harto ya de estar harto – se ha “sublevado”; propiciando paupérrimas entradas en los tendidos del coso de Santa Margarita: media (el día grande con un cartelazo), un tercio (impensable en la del arte del rejoneo) y algo más de la mitad en la otra, con una terna de lujo.

Haga propósito de enmienda y tome buena nota el empresario – que en el pecado lleva la penitencia – y en lo sucesivo no se escude en esta “debacle”, en la crisis (que la hay) y la ausencia de José Tomás para justificar lo injustificable.

El “cabreo” de los espectadores, llegó al culmen el día 28, tras lidiarse un impresentable, feble (cosa previsible) y manso encierro de Luis Algarra. El tercero de la suelta – al que Manzanares toreó con empaque – se dejaría pero no salvó el “petardo” ganadero. Los de rejones, cuatro de Rocío de la Cámara y dos de Cortijo de la Sierra, descastados y de feas hechuras: “barrigones” y badanudos. Los de Zalduendo, con más trapío pero poco colaboradores. Renuncio a hacer un balance artístico, pues habría poco que destacar.

Aunque en plazas de segunda categoría – como la asolerada de Linares – es reglamentario (Art. 26) que haya dos alguacilillos, las tres tardes sólo actuó uno y, en el despeje y paseíllo, a lomos de un mal rocín. Por su parte, la Presidencia, acertada al no conceder ninguna segunda oreja a los coletas (Diego Ventura, a caballo, si obtuvo doble trofeo), manteniendo su criterio y la equidad. No se puede decir lo mismo del equipo gubernativo (presidente y veterinarios), en los corrales; donde hubo mucho movimiento de toros en los reconocimientos y si, a remate, lo que salió por el portón de toriles era lo más “selecto”, ¿cómo sería lo desechado?

Quien esto firma se une al descontento general de la siempre “bondadosa” afición linarense y su amplia zona de influencia. Con suma tristeza y desencanto, lo cuenta uno que paga, sufrido abonado no sé por cuanto tiempo más.

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