Jaén Taurino

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Mi recuerdo a Antonio Palomo

Antonio Palomo en una caricatura de Vica

Cuando apenas llevamos dos días de feria de San Lucas en Jaén y sin haber celebrado aún ningún festejo, Jaén pierde a uno de sus mejores aficionados a los toros: Antonio Palomo.

   Esta mañana, una llamada al teléfono de casa me hacía llegar la triste noticia. Su hija menor, Triana, en un intento desesperado de dar con  mi padre llamó a casa, conteniendo su tristeza, para comunicarnos su pérdida.  Desde ese momento sus recuerdos se me agolpan y sé que no podré olvidarlo en estos días en que Jaén vive sus tardes de toros.

   Podría decir de él que era un tío más en mi familia y nosotros sus sobrinos. Gran parte de mi afición a los toros no puede entenderse sin su presencia porque él forjó en mí un carácter a la hora de entender y vivir este mundo tan apasionante.

   Nació en Sevilla y en su infancia veía pasar a Belmonte por las calles de su barrio, algo que sin duda le marcaría. Bético acérrimo, llegó a jugar en las categorías inferiores del equipo, si bien su verdadera pasión siempre fueron los toros, convirtiéndose con el tiempo en un aficionado práctico digno de admirar.

  Su familia se dedicaba a la reparación de automóviles y precisamente gracias a ese mundo desembarcó en Jaén para quedarse y con el tiempo convertirse en un jiennense más, forjando aquí el resto de su vida y su familia, siendo un hombre conocido en el mundo empresarial.

  Nunca vistió de luces pero sí que hizo muchísimos paseíllos como aficionado práctico compartiendo cartel con las principales figuras del toreo. En el Coso de La Alameda, por respeto, no llegó a torear, pero sí que lo hizo en Linares, Córdoba, Segovia, llegando a torear el clásico festival de Chinchón. Toreó en casi toda la provincia de Jaén y prueba de ello lo encontramos en las paredes del Club Taurino Tendido 1, que guardan carteles de muchas de sus actuaciones en Arquillos, Castellar, Baños de la Encina, etc.

  Sentía enorme admiración hacia Curro Romero y José María Manzanares, con quienes compartió cartel algunas tardes. También con José Fuentes, del que contaba miles de historias. Amigo de la gran mayoría de los ganaderos del campo bravo de Jaén, como Javier Arauz de Robles, Sancho Dávila, Juan Pablo Jiménez Pasquau…yo le ví torear desde pequeño en muchas de esas plazas de tientas. De corto le recuerdo allá por octubre de 1990 en la singular plaza de Segura de la Sierra compartiendo cartel con Juan Antonio Esplá, «Morenito de Jaén» y Joselito Rus.

  Hace unos meses le ví ser feliz viviendo una jornada campera de las que a él tanto gustaban. En la finca de los Hermanos Ruiz Cánovas, un tentadero familiar sin más presencia que los justos, asomándose desde la ventana que da a la plaza de tientas para no perder detalle del tentadero mientras iba dando forma a la caldereta de cordero, algo en lo que nadie le superaba. Le ví ser feliz y disfrutar con las dos becerras que Juan Luis nos echó. Viendo torear a Dioni, a mi padre, a Diego picando y a mí, aunque luego me tuviera que abroncar por no perderle los pasos a las reses y la muleta,estaquillador y ayuda acabaran destrozados.

  Pasión suya era también la caza. En «El Campillo», la finca que tuvo por Montizón recuerdo varias monterías como aquella última en que compartimos armada con la esposa de Javier Arauz de Robles y su hijo.

  Se ha marchado Antonio cuando los aficionados de Jaén volvemos puntuales a reencontarnos con la Fiesta en octubre por San Lucas. Su ausencia en estos días será evidente en el patio de caballos, pero su recuerdo quedará presente en mi memoria tras haber compartido infinitas tardes de toros por esas plazas de Dios, muchos tentaderos en nuestro campo bravo y largas conversaciones de toros desde que yo fuera un niño allá en el desaparecido Ideal II, en Arquitecto Berges. Un clásico en Jaén.

  No podré ver cumplida mi ilusión, que tantas veces le referí, de compartir un día de toros de su mano en Sevilla y la Maestranza. Como testimonio de su sincera amistad hacia mi padre, su cariño hacia él y hacia nosotros, ahí quedan un hatillo con uno de sus últimos capotes y sus últimas muletas, y dos ayudas, una de madera, otra de aluminio, que nos traspasó con el deseo de seguir disfrutando con ello nosotros tanto como él en sus días.

  Desde aquí, mi recuerdo emocionado a uno de los más grandes aficionados a los toros que he conocido en mi vida. Mi tío Antonio Palomo.

Antonio Palomo en un festival en Linares

 

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